El cuento de la princesa Kaguya

De primeras, sorprende la técnica de animación utilizada en esta producción del Estudio Ghibli (1). El uso de una paleta reducida y muy suave, junto con un estilo que recuerda poderosamente a los grabados ukiyo-e y las láminas de libro, resulta cuando menos extraño si se compara con la mayoría de producciones de animación japonesa de la actualidad.

Pero sorprende para bien, todo hay que decirlo.

Kaguya
Ilustración de la ediciónen DVD

Además, casa perfectamente con una historia minimalista, centrada sobre todo en la peripecia vital de Kaguya, una princesa hallada en el interior de un tronco de bambú, que crece de forma mágica y a cuyos padres adoptivos, un par de bienintencionados ancianos (2) a los que se les da, también en un par de troncos de bambú, oro y sedas para la niña. Una niña que, evidentemente, no es de este mundo, sino un kami (3) que toma forma humana y de la que seremos partícipes de sus aventuras durante su (corta) infancia y adolescencia.

Kaguya triste
La princesa está triste. ¿Qué tendrá la princesa?

La larga duración de la película no molesta en absoluto gracias a la sabia dosificación del tiempo en los diferentes escenarios (campo, ciudad), la actuación de diferentes personajes que van apareciendo conformando un cosmos variado en torno a los tres protagonistas centrales, y la multiplicidad de acontecimientos que, en suma, vienen a resumirse en el progresivo aumento de la melancolía de Kaguya al ser separada de la campiña (4) y ser obligada a comportarse como una princesa.

Una de las claves radica en la obligación de la niña a cumplir con los dictados de la sociedad japonesa feudal, entendiendo el padre adoptivo que la felicidad de Kaguya será mayor cuanto más importante sea el marido que consiga, llegando a aparecer el propio emperador como consorte. Craso error, porque Kaguya se va agostando poco a poco hasta, al final, desear tan fervientemente volver a la luna, de donde procede, que un cortejo celestial se la lleva de la tierra, para desconsuelo de sus padres.

Kaguya alegre
Pero aquí estaba contenta

No resulta triste la película, sin embargo. Es hermosa, tierna y melancólica, pero no mueve a un sentimiento de fatalidad o desastre. A ello ayuda también la música, básicamente a base de piano o koto como instrumentos solistas en tiernas melodías; especial referencia al uso de la guitarra española en las escenas en las que Kaguya se nos muestra más alicaída.

ukiyo-e
Grabado ukiyo-e

Y no puedo terminar sin mencionar la gran escena de la huída de Kaguya, en la que el trazo pictórico utilizado se convierte en un borrón difuminado y vertiginoso, toda una obra de arte dentro de una obra que, por sí, es suficiente como para calificarla de una de las mejores películas de Ghibli.


1: Para quien no lo sepa, uno de los estudios de creación de películas de animación japonesa más importante, si no el que más, responsable de obras como Mi vecino Totoro o La princesa Mononoke.

2: Aunque al abuelo, conforme la película avanza, dan ganas de soltarle un guantazo, porque no se entera de nada.

3: Espíritu, fuerza de la naturaleza propia del shintoísmo japonés.

4: Aquí se deja ver la nostalgia por una forma de vida propia de los cazadores-recolectores del feudalismo en armonía con la naturaleza.


6 respuestas a “El cuento de la princesa Kaguya

  1. He leído con mucho interés tu detallada entrada porque este cuento me parece muy bonito.
    Lo que mas me ha gustado es la pasión que le pones al contar lo que has sentido al ver la película y me han entrado unas irresistibles ganas de verla porque has picado mi curiosidad con lo de «al abuelo, conforme la película avanza, dan ganas de soltarle un guantazo, porque no se entera de nada». 😀 😀 😀 😀 😀
    ¡Feliz día! 😉

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    1. Intento que mis reseñas sean objetivas pero, por lo general, no pierdo el tiempo haciendo críticas de cosas que no me han gustado y, del msimo modo, procuro transmitir las emociones que he sentido al ver/leer/escuchar algo. ¡Me alegra que te haya gustado!
      Y es que al abuelo, de verdad, le cogía y le daba… Ya dirás si opinas lo mismo cuando la veas.
      ¡Un saludo!

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