El romance del falso caballero: capítulo 4 (V)

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3

Capítulo 4: (I)(II)(III)(IV)

–¡A ver! –protestó Elin llamando la atención de los dos–. ¡Que estoy aquí!

Sin embargo, Morgana no le hizo ni caso, y el elfo, que desvió por unos momentos la mirada hacia la joven, enseguida quedó intrigado por el libro sostenido por la hechicera ante sus ojos.

–¿Lo reconoces?

–No. –Firdánir acercó una mano hacia el objeto–. ¿Puedo?

–Puedes.

Elin apretó los labios, sintiéndose como una chiquilla a la que mandan a jugar con los demás niños mientras los adultos hablan de temas serios. Dio una patada al suelo, haciendo que saltara un terrón de barro y decidió que, dado que no le prestaban atención, bien podría hacer ella lo mismo.

Sin decir nada se acercó a la casa, pero en lugar de mirar por la ventana como había hecho Morgana, rodeó la pared y llegó hasta la parte trasera, donde había un pequeño huertecito en el que, para su asombro, crecían altas plantas en las que colgaban unos frutos de jugoso aspecto parecidos a remolachas, rojos y gordos como su puño. Miró hacia atrás, por si la habían seguido. Con cierto ánimo vengativo, arrancó uno de ellos y, tras frotarlo en su manga, lo mordió. El jugo se desparramó por su barbilla y adelantó la cabeza para evitar mancharse la ropa.

Soltó una risita de satisfacción al comprobar que su sabor era todavía mejor de lo que parecía. Siguió dando pequeños bocados mientras se alejaba de la casa, de forma tal que la conversación de los otros le llegaba cada vez más apagada.

–… sangre es la clave, creo yo –decía Morgana.

–Puedo ayudaros con las traducciones de los pasajes que más confusos os resulten –replicaba Firdánir–, pero nunca me interesó la magia.

–Será suficiente. Con mis conocimientos, bastará…

Elin apartó una rama baja que bloqueaba un sendero visible entre los árboles que extendían sus ramas como brazos viejos y la maleza pantanosa, escuchando el ulular de un búho por delante de ella. Desde niña, siempre le habían parecido criaturas fascinantes, con esos ojos enormes que parecían traspasar la propia alma, calculando en sus cabecitas cuál era la mejor forma de mostrar la suficiente arrogancia que impidiera que fueran molestados. Recordaba aquella madrugada en su cuarto, ese día en el que se encontraba enferma, cuando uno de ellos se posó en el alféizar de la ventana, mirando hacia el interior. Durante un buen rato lo contempló mientras movía la cabeza con parsimonia, oteando lo que tenía más allá del cristal, hasta que su madre llegó con una taza humeante de caldo y el movimiento alertó al pájaro, que salió volando con aire ofendido.

Se internó en lo que, en comparación con la vegetación que bordeaba el camino que había seguido con Morgana a través del pantano, era una espesura siguiendo el rítmico canto del ave.

La tierra que pisaba no estaba húmeda, pero tampoco era lo bastante firme como para no tener cuidado: miraba dónde ponía cada pie al dar un paso, pues no tenía ganas de hundirse hasta los tobillos en un charco de légamo. Confiada en que nada podía ocurrirle, Elin avanzó hasta que la niebla se cerró en torno a ella y, cuando por fin vio a la criatura posada en una rama, echó de inmediato mano a la empuñadura de su espada.

Pues el animal, si bien poseía cuerpo de búho –un búho tremendamente enorme, cuya envergadura podría alcanzar sin problemas los tres metros–, su cabeza era la de una mujer viejísima, de rostro arrugado y nariz ganchuda, labios agrietados y negruzcos que abrió con un siseo serpentino mostrando unos dientes colmilludos, afilados. Sus ojos rojizos se clavaban en la muchacha temblorosa, que atinó a desenvainar su arma.

Justo cuando el horrendo ser se lanzaba desde la rama a por ella.

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41 respuestas a “El romance del falso caballero: capítulo 4 (V)

      1. Naaaa…. este es el momento para demostrar sus poderes, que hace un buen no hemos visto… aunque ocuparlos en este lugar -Mira alrededor mientras masca una de las remolachas- quizás no sea buena idea por la gran cantidad de entidades a las que podría llamarles la atención.

        A menos que sea una oportunidad de ser otro quien muestre sus habilidades. Alguien que no ha dejado de ponerle atención a nuestra muchacha desde hace rato.

        -Mira la remolacha-

        ¿Sabeis? yo creo que vamos a contemplar los efectos de la bendita remolacha… por decirle de un modo.

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      2. Con lo de las remolachas… he estado dándole vueltas al asunto y voy a cambiarlas por otra cosa. Que cuando lo escribí me patinaron las neuronas y sustituí el original «tomates» tras darme cuenta de que hasta que no se descubrió América, no había de eso por aquí… Y no me di cuenta de lo del jugo y todo eso. En mi defensa, diré que tenía un dolor de cabeza bastante elegante 😀

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      3. Jajajaja, pues sí, eso es verdad. Siempre tienes el recurso de inventarte tu propia hortaliza de todas maneras. El clasico «Un extraño fruto que recordaba levemente a la cruza entre un tomate, una remolacha y tres arandanos».

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      1. Bueno, según este enlace y algunos más, alinear texto significa lo mismo que justificar… https://support.office.com/es-es/article/Alinear-o-justificar-texto-b9096ed4-7323-4ff3-921a-1ba7ba31faf1?ui=es-ES&rs=es-ES&ad=ES&fromAR=1

        En cuanto a lo del búho, me llamó la atención por el tamaño, ya sé que la novela pertenece al género fantástico, pero es que tres metros de búho dan para mucho…
        Espero que entiendas esto como una aclaración, pues esa es mi única intención.
        Saludos

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      2. Entonces hablábamos de lo mismo 🙂 Pero el texto está justificado… Alguna vez me he olvidado de justificarlo y lo he corregido luego, pero en este caso está bien, ¿no?
        Sobre el búho: No es un búho, evidentemente. Si la envergadura del búho real, que creo que es el más grande, son unos dos metros, este se pasa tres pueblos. Pero es que, como dice Lidia, se trata de una criatura que, aunque ulule como un búho, es una similar a las sirenas (las de verdad, mitad pájaro, mitad mujer) de la mitología griega 😉
        Y por supuesto que entiendo cualquier comentario con la mejor de las intenciones: la de establecer un debate entre compañeros de blogosfera 😀 De hecho, animo a cualquiera a que comente cualquier cosa, cualquiera, que le parezca rara, mal o absurda: esa es la manera de progresar, aceptar lo que te dicen quienes te leen y reflexionar sobre ello, desde el «te falta una letra aquí» al «¡pero qué burrada has escrito, tío!»
        ¡Saludos a miles!

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      3. Sí, ahora está bien, pero cuando lo leí estaba sin justificar, de ahí que lo comentase. En cuanto a lo del Búho y lo que este tiene que ver con la mitología, he de hacerte saber que hay muchos autores y géneros literarios que no he tenido el gusto de leer por algo tan sencillo como es el hecho que la afición a la escritura y a la lectura me ha venido a una edad avanzada y, de ahí, el motivo principal de mis limitaciones. Podría decir, para justificarme, que ojalá me hubiese dado por ello antes; pero, de haber sido así: no sería quien soy, y eso para mí significa muchísimo.
        Agradezco tu actitud y comparto contigo que ese es el camino, y no otro, de avanzar en este arduo y noble ofico que me he propuesto aprender.
        Saludos cordiales

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      4. Pues sería algo así como que lo publiqué sin justificar, lo leíste, luego me di cuenta, lo justifiqué… 😀 😀 😀 😀
        Te lo confieso: soy maniático con el tema de la justificación y los sangrados de primera línea y, como no estén como quiero porque se me ha olvidado o algo, me pone de los nervios…
        Y como se suele decir… ¡nunca es tarde si la dicha es buena!
        Un placer comentar contigo cualquier cosa 😉

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  1. Más que buho parece una gárgola o una bruja encadenada a una extraña forma semihumana. Peligroso ente que se desayuna a las niñas de un bocado. Como extraña es esa remolacha Milord, que expone al aire la dulzura del tubérculo. En verdad ese mundo es sorprendente y me hace dudar del lado al cual estemos corriendo aventuras. A ver sí me aclaro en el próximo capítulo? Un abrazo

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    1. Cerca te quedas con lo del bicho malaje que se lanza a por la pobre Elin. Lidia ha dado en el pleno en su comentario 😉
      Y copio-pego lo que respondo en otro comentario:
      Con lo de las remolachas… he estado dándole vueltas al asunto y voy a cambiarlas por otra cosa. Que cuando lo escribí me patinaron las neuronas y sustituí el original «tomates» tras darme cuenta de que hasta que no se descubrió América, no había de eso por aquí… Y no me di cuenta de lo del jugo y todo eso. En mi defensa, diré que tenía un dolor de cabeza bastante elegante 😀

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  2. A mí me ha recordado a una sirena de las antiguas, no como nos la hicieron creer durante el medievo. Medio pájaro, medio mujer!! Supongo que la intentará atraer con sun canto con algún oscuro propósito.
    Veremos acción, sangre, vísceras e hígado, por fin?! Lo estoy deseando… jajaja 😉

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    1. ¡En efecto! Premio para Lidia y su perspicacia. Se trata de una criatura que viene a ser el origen de las sirenas griegas. ¡Muy bien!
      Ahora, que cantar, por ahora parece que no canta mucho. Más bien se lanza a lo bruto.
      Y habrá sangre, por supuesto. Que ya tocaba 😉

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      1. Bueno… Preferiría una muñeca de Elin en formato «fofucha» o un vestido negro al estilo Morgana o una reproducción a tamaño real de Bello o Perceval (a ser posible vivito y coleando jajajaja).
        Si no hay más remedio, acepto esa salva de aplausos… 😉 🙂

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  3. Ya han mencionado la remolacha, la próxima acción y la gárgola.
    La acción avanza, los «mayores» alteran a la niña, y ésta se les rebela, revelando su natura.
    Y por mucho que quiera el viejo, Morgana no le va a dejar catar el dulce.

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    1. Exacto, el siguiente trocito, a darnos de yoyas, que ya toca 😀
      Y es que hay que comprender a Elin: a ver, que está muy bien que los otros hablen de cosas tan importantes, pero que no la tengan en cuenta solo por ser una adolescente. Más aún: por ser adolescente, se nos enfurruña. Es lo que tiene 😀
      Y copio-pego lo dicho en otro comentario (qué vago soy de vez en cuando 😀 ):
      Con lo de las remolachas… he estado dándole vueltas al asunto y voy a cambiarlas por otra cosa. Que cuando lo escribí me patinaron las neuronas y sustituí el original «tomates» tras darme cuenta de que hasta que no se descubrió América, no había de eso por aquí… Y no me di cuenta de lo del jugo y todo eso. En mi defensa, diré que tenía un dolor de cabeza bastante elegante 😀

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