La guerra de Sufyan (I)

Este fue el relato con el que me presenté al certamen «Gandalf 2016»; de su nombre se desprende que es un concurso que tiene que ver con la Tierra Media y los mundos de Tolkien, organizado por la Sociedad Tolkien Española, así que escribí estas diez mil palabras de fan fiction. Que cuelgo en varios trozos, claro, que si no resulta muy indigesto.

Como siempre, espero que os guste. ¡Hacedme llegar vuestros comentarios!


LA GUERRA DE SUFYAN

 

Muy al sur de la Tierra Media, más allá de los desiertos del Cercano Harad, vivía Sufyan, orgulloso hijo del caudillo Jubayar, joven de hermosos rasgos, rostro endrino, cuerpo esbelto y fibroso por las horas que dedicaba a dirigir las partidas de caza de sus compañeros de clan, y poseedor de un espíritu afable que hacía que fuera amado por todos los habitantes de la aldea de Narawfal.

Enclavada en un amplio claro que los ancestros habían desbrozado en plena jungla, Narawfal dominaba con orgullo las tierras circundantes por dos motivos: el linaje de Jubayar decía remontarse a una rama menor de los descendientes de Fuinur y, por otro lado, hacía tres generaciones que los habitantes de la aldea demostraron que en el campo de batalla no tenían parangón. Por ello mismo, los pueblos cercanos le rendían vasallaje y pagaban como tributo parte de las magras cosechas que conseguían arrancar a una tierra cada vez más infértil.

Sufyan se encaminaba hacia la choza principal de Narawfal, la residencia del caudillo, pues su padre le había hecho llamar con urgencia poco después de salir el sol arrancándolo de los brazos de su esposa Rumaylah, a quien acarició su vientre hinchado, sintiendo los movimientos del pequeño que crecía en su interior. La chamana había dicho que sería un varón y la alegría había embargado a la joven pareja.

El calor comenzaba a apretar ya en esas tempranísimas horas, y pensó que había hecho bien vistiéndose solo con un faldellín de algodón, una de las pocas plantas que lograban germinar en los campos ganados a la selva desde hacía varios años. Sus pies descalzos lo dirigieron con firmeza hasta la casa de su padre y se extrañó al ver que, en su puerta, había un pequeño montón compuesto por algunas espadas de tosco aspecto y un par de escudos pintados con el Ojo Rojo. No tenía constancia de la llegada de ningún emisario del poderoso Sauron, Señor de Mordor y Gran Poder de Arda, y sintió cierta inquietud al pensar en los posibles motivos que hubieran traído a los servidores del Oscuro al interior de las remotas junglas de Harad.

Hacía tiempo que los buhoneros que iban de poblado en poblado venían diciendo que se escuchaban tambores de guerra y que Sauron estaba movilizando un gran contingente de fuerzas para llevar la lucha contra los Hombres del Oeste, pero Sufyan no creía que fuera posible que ellos, tan lejos de todo, pudieran verse afectados por los acontecimientos.

Sin embargo, al descorrer la gruesa cortina escarlata que daba cierta privacidad a la choza, vio que su padre, sentado en su trono labrado en madera, departía con una figura alta, embutida en una coraza de negra de pavoroso aspecto, en pie frente a él. Sentados en el suelo, con las piernas cruzadas, había otros dos visitantes con cotas de malla que portaban el Ojo pintado sobre ellas.

–Pasa, hijo mío –dijo Jubayar sonriendo, aunque Sufyan vio cierto brillo de temor en sus ojos del color de la avellana–. Quiero que conozcas a nuestros invitados.

El hombre de la coraza se giró hacia él y comenzó a quitarse el casco, que aún llevaba puesto en una muestra de evidente descortesía para con el caudillo. Sufyan intentó que el asombro no asomase a su rostro, pero fue consciente del abandono de la sangre de sus mejillas al ver la horrorosa faz surcada de cicatrices; el enviado lo miró con unos ojos enrojecidos y, cuando abrió la boca, el joven vio que sus dientes habían sido limados para parecer los colmillos de una bestia predadora.

–Tú debes ser Sufyan –dijo, y su voz resultaba chirriante y desagradable.

–Lo soy –respondió sobreponiéndose y haciendo una reverencia. Los otros dos soltaron una risita.

–¿Has comandado alguna vez hombres a la guerra? –preguntó mientras lo miraba de arriba a abajo.

–¿Señor? –inquirió Sufyan, confuso.

–Quiere saber –terció su padre– si te ves capaz de dar órdenes a…

–Hablaré yo –lo interrumpió el servidor de Sauron. Sufyan parpadeó molesto al ver cómo su padre era tratado como un siervo, pero el caudillo no dijo nada–. ¿Has clavado tu lanza en el cuerpo de un enemigo, Sufyan? ¿Has hecho que otros derramaran sangre por ti? ¿Has conocido la gloria de la guerra, muchacho?

Sufyan no sabía qué contestar. Se debatía entre la obediencia debida a su padre y el temor reverencial que todos los haradrim sentían por el Gran Sauron.

–¡Contesta! –ordenó el emisario.

–No, señor –respondió–. Pero he dirigido partidas de caza y los hombres saben que pueden confiar en que les mandaré bien y justamente.

–Eso deberá bastar. –El hombre asintió con la cabeza y se giró nuevamente hacia el caudillo, escupiendo irrespetuosamente un salivazo que cayó al suelo de tierra batida. Jubayar lo contempló, como si fijar la vista en la baba fuera una forma de evitar la imponente presencia del emisario–. Narawfal contribuirá con cincuenta hombres al esfuerzo.

–¡Cincuenta! –exclamó el joven acercándose hasta él, que entendía por fin a qué habían venido los servidores de Sauron–. ¡Eso serán todos los hombres capaces de la aldea!

El hombre ladeó la cabeza y torció la boca en una especie de sonrisa plena de sarcasmo.

–Entonces –replicó–, te sentirás orgulloso al dirigirlos a la batalla, sabiendo que todo tu pueblo está detrás de ti enarbolando la bandera del Ojo Sin Párpado.

¡Sigue leyendo!


39 respuestas a “La guerra de Sufyan (I)

  1. Pulcramente escrito, como nos tienes acostumbrados, con unas descripciones atinadas y un hilo de la historia muy fácil de seguir (Mérito de quien escribe), pero no me pidas valorar la historia en sí. Con darte un dato me comprenderás. No he leído ningún libro de la saga del señor de los anillos, ni siquiera he llegado a ver las películas. Soy un friki anti-friky del señor de los anillos y no seré capaz de captar la esencia de la historia. Supongo que me estoy perdiendo algo grande y, de momento, no siento la tentación de caer en la tentación, pero es que ¡Me dan una pereza…!
    I´m sorry. Y que conste que me he leído tu relato y que me ha gustado, más allá de la tierra media.

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    1. Gracias por comentar, lo primero. Espero que la historia te siga gustando 😉
      Sobre lo que comentas de la Tierra Media y tal… te voy a ser sincero: el año pasado me leí los libros de Tolkien (por 4ª vez, en serio!) y la sensación fue un tanto extraña, porque no supe entender cuál era la razón de que me hubiera enganchado tanto en su día. Era muy friki, pero debe ser la edad, la diferencia ideológica con Tolkien o que mis gustos en fantasía hayan variado a una más sucia y realista… el caso es que no me convenció en esa relectura. De hecho, me prometí que jamás volvería a leerlos, porque incluso me aburrió, fíjate lo que te digo.
      Pero, claro, tanta lectura y tanto frikismo, han dejado poso y tengo conocimientos de la Tierra Media que me permiten hacer un relato que es puro fan-fiction.
      En este texto, lo cierto es que complementa el argumento del Señor de los Anillos, pero las referencias pueden ser entendidas fácilmente hasta por quien no lo conozca (creo yo)
      Si no, pregunta 😉

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      1. Por supuesto que seguiré el hilo. En cuanto a lo de Tolkien, supongo que no siempre lo encaras con el mismo estado de ánimo. Yo me he releído varias veces, por ejemplo, la trilogía del Baztán, de Dolores Redondo, o La carta esférica, de Pérez Reverte, pero de momento los sigo disfrutando a cada lectura. No desistas, que si te atrapó el anillo en su día (Es una forma literal de hablar, nada de metáforas malintencionadas, ja,ja,ja) te seguirá atrapando en el futuro. La historia del anillo es muy placentera (perdón, que voy como los toros contra la muleta), la lectura de la historia del anillo, quiéicir.

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      2. No, me parece a mí que haberlo leído cuatro veces ya es suficiente. Hay demasiados libros y muy poco tiempo (a no ser que venda mi alma a cambio de eternidad o los avances médicos den un salto que lo flipas)
        Los anillos, esos anos tan pequeños 😀 😀 😀

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      3. Hay libros que me dejan tan buen sabor de boca que no me importa echarles otra miradita. Mi récord friky es El lazarillo de Tormes, que me lo habré leído una diez o doce veces, y me sigo riendo con él.

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      4. El que sí es probable que repita no tardando mucho (y sería la quinta) es «El nombre de la rosa», que hace años que no lo leo 😀
        Pero por lo que he comentado sobre el tiempo disponible en este perro mundo, cada vez me gusta menos la idea de repetir lecturas. Será la crisis de los 40 😀

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    1. Gracias, Ana. Como le digo a Macarro en su comentario, a mí Tolkien como que tampoco. Hice apostasía de él el año pasado, tras la cuarta lectura de sus libros de la Tierra Media 😀 😀 😀 😀
      Pero, en fin, espero que te guste el texto, que es fantasía algo alejada del tono de Tolkien, algo más sucia que la suya.

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    1. ¡Dioses! Perdona por no contestar, que no me di cuenta…
      Como habrás podido ver, en efecto, la continúo 😉 De hecho, la tengo terminada desde hace unos meses, jeje. Lo colgaré, calculo, en nueve o diez partes, que son un total de algo más de 10000 palabras y todo de golpe es muy indigesto 🙂
      ¡Espero que te siga gustando lo que leas!

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    1. Muchas gracias. Espero que te siga gustando el texto 🙂
      Sobre Tolkien, como he puesto en algún comentario, he leído sus obras de la Tierra Media varias veces, pero la última (el año pasado) me dejó con una impresión muy diferente al resto de las veces: me aburrí como una ostra leyéndola, conque fíjate. De todos modos, creo que el texto que he escrito se puede entender y seguir sin haber leído a Tolkien pero, si no pillas alguna referencia, no dudes en preguntar 😉

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  2. Alguien ha dicho pulcritud. Creo que esto es destacable, sin duda. Un forma de escribir muy limpia.
    Pero lo que más me gusta es la manera en la que escribes las sensaciones. Por eso, desde el primer momento se empatiza con los personajes y te metes en la tela del cuento.
    Vamos, que «menganchao». Voy a por el siguiente.

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    1. Como siempre, me alegra que te haya gustado y leer tus comentarios me llena de felicidad, en serio 😉
      Intento seguir el adagio (conocido, pero que a veces puede olvidarse) de intentar enganchar en el primer párrafo, y mi método, en realidad, suele ser el mismo en esencia siempre: presentar al personaje protagonista bien directa, bien indirectamente en los primeros compases del texto y centrarme en alguna característica del mismo o misma (luego, puedo desarrollar más) para hacer que quien lea el texto, efectivamente, se sienta «cercano». Parece que lo consigo, lo cual me llena de orgullo y satisfacción, que diría aquel…
      ¡Un abrazo!

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  3. Ohhh menudo descubrimiento, amigo! Tu frikismo va más allá de las leyendas artúricas y llega a cotas muy elevadas! ✌ Me encanta el universo Tolkien, aunque tengo que admitir que es más placentero leerte a ti que a él 😅 Exceptuando El hobbit, Los hijos de Urin y poco más, el resto que leí fueron lecturas… pesadas (vamos adejarlo así).
    El relato que nos presentas está muy interesante… me pregunto de qué raza/pueblo es el tal Sufyan? Si se asocia con Sauron, nada bueno se puede esperar. Voy a seguir leyendo estos días, que tengo pa’un rato, por lo que he visto 😅
    Saludo!

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    1. Alguna vez he dicho que soy un pozo sin fondo de sabiduría inútil y absurda. Muchos años dedicándome a la cultura popular, marginal y frikadas varias han hecho de mí un hombre quizá de poco provecho, pero que puede resultar muy curioso de contemplar cuando abre la boca para hablar de Conan, Asimov, comics, videojuegos o tontadas varias, pues no tengo lo que se podría decir un «aspecto friki normalizado» 😀 😀 😀 😀
      Bueno, como alguien te lea eso de que soy más placentero de leer que a Tolkien, a lo mejor le da un infarto o va a buscarte para montarte un escrache. Pero me satisface que pienses eso mucho, muchísimo 😉
      Los Harad son el pueblo que vive al sur de la Tierra Media, que se identifican con nuestros pobladores de África, es decir, magrebíes/árabes en la Cercana Harad y subsaharianos en la Lejana Harad (no voy a comentar nada acerca del presunto racismo de Tolkien, sobre el que han corrido ríos de tinta, porque los otros humanos que se asocian con Sauron son los orientales…). En la película de Jackson, son los que van uniformados como tuaregs y montan en los mumâkil (olifantes)
      Hale, explicación friki hecha 😀

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      1. Gracias por la aclaración y la master class impartida en un comentario!! 👏👏 Me gusta el univeros de ESDLA pero no sé tanto… He leído los libros, mirado las películas (versiones extendidas y en VOSE) y documentales del cómo se hizo, he jugado a videojuegos basados en y tal, pero ya…
        Reconozco que compartimos algunos aspectos frikis! 😅😜
        Quien quiera discutir sobre los pesado que se puede llegar a hacer tolkien que venga y me lo discuta!! 😝

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      2. No seré yo quien te discuta que la prosa de Tolkien es, en general, plomiza. Lo siento por sus acérrimos, pero es así… Y no entro ya en la filosofía que subyace bajo sus escritos, tan reaccionaria, católica, conservadora e incluso misógina (o cuando menos, paternalista) a ratos.
        ¡Siempre dispuesto a hacer gala de mi frikismo, cuando haga falta! 😉

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