Robin Hobb: Las naves de la magia

Robin Hobb (1) es uno de esos nombres de mujeres escritoras a tener en cuenta. No. Muy en cuenta. Lo digo solamente tras leer un libro de su obra, solo uno, Las naves de la magia, primero de la trilogía Las leyes del mar(2). Y, para empezar, entono el mea culpa señalando que el libro es de 1998, y que tiene lugar en un mundo construido por Hobb en el que ya había escrito anteriormente otra trilogía. Por tanto, llego a su universo de fantasía con dos décadas de retraso, pese a que la escritora tiene una legión de seguidores. ¿Es por algo que vengo diciendo y de lo que he sido partícipe inconsciente hasta no hace mucho, es decir, la invisibilidad de las mujeres escritoras de literatura de este género frente a los todopoderosos Martin, Sanderson y demás? No lo sé. Insisto en que parte de la culpa es mía, porque entre el fandom la obra de Hobb es muy conocida, así que…

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Ilustración de cubierta de una de las ediciones.

 

Da igual. Lo importante es que he comenzado con sus novelas, y no solo no me arrepiento, sino que sus libros van a ser toda una obligación para mí, añadiéndose a la enorme pila de lecturas futuras. Voy con la reseña en sí, que esto se me está convirtiendo en una reflexión salida de madre.

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La autora.

El libro es grande. Casi setecientas cincuenta páginas de letra apretujada sobre una base del grosor de un papel de fumar (3) en la edición de bolsillo que, pese a necesitar tiempo para ser consumidas, no se hacen en absoluto pesadas gracias a la inteligente combinación de dos factores imprescindibles para entender Las naves de la magia. En primer lugar, los personajes; al ser una novela coral, la diferenciación de cada cual es imprescindible, y Hobb lo logra con un sobresaliente, para nada ciñéndose a cánones y tópicos, sino desarrollando sus personalidades de forma individual y dándoles una voz única y distinguible. Si bien parece que la novela se va a ceñir a las aventuras (y desventuras) de tres (4) de ellos, pronto el cosmos de gente que pulula por la obra crece sin llegar a apabullar como en otras novelas río, en el que quien lo lee es plenamente consciente de quién es quién, qué hace y qué piensa. La incorporación de otros personajes da a la novela un ritmo endiablado, interesantísimo, pues todos tienen su propia agenda y, si bien la mayoría de ellos no se mueven en esferas de aprovechamiento personal, politiqueo e intriga, el picante lo pone la magistral forma de tratar las relaciones humanas por parte de Hobb. Destacable es la incorporación, a mitad de novela, de Malta, sobrina de Althea y hermana pequeña de Wintrow, a la que más de una vez me hubiera gustado soltarle un bofetón… mientras seguía queriendo leer más de ella; para mí, esto es un signo de maestría de la autora, pues un personaje repelente, una niña malcriada, se convierte en el centro de las páginas que más he disfrutado… o casi. Y digo casi, porque el personaje con el que más he disfrutado no es el “bueno” (5), sino alguien que, en principio, vendría a poder ser tildado como un antihéroe. El capitán Kennit, un pirata rufián, malandrín, autoritario, dominado por sueños de poder y conquista, cínico y manipulador, es zarandeado, a su pesar, por una sucesión de acontecimientos de buena fortuna que hacen que los demás, poco a poco, le vean como un héroe y, reluctante, aprovecha ello para crecer ante los ojos del mundo. Me ha parecido muy gracioso ver cómo alguien que solo busca su provecho personal lo obtiene… de un modo muy diferente al que quería. Imperdible, de verdad.

El otro gran acierto de Hobb es, por supuesto, el argumento. Sin embargo, al centrarse en

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Representación fan art.

las relaciones y el crecimiento personal de los personajes, este puede parecer un tanto escaso si hablamos de tantísimas palabras escritas. Casi, a veces parece que la acción no avanza centrándose en conversaciones y disquisiciones, pero es lo de menos. Es lo de menos, porque la autora hilvana unos hechos maravillosos en los que tiene una enorme fuerza la cuestión que da título al libro: las naves de la magia son embarcaciones hechas con una madera mágica, el tronconjuro, que hace que, con el paso de los años, despierten a la vida, sean naves vivas, las naos redivivas, que les llaman, que se comunican con su tripulación mediante los mascarones de proa. Es un derroche de originalidad, a mi entender, suficiente como para merecer mi más sincero aplauso. Así, las naos, sobre todo la de la familia protagonista, los Vestrit, llamada Vivacia, son un personaje más con sus muy personalísimas características y diferente forma de ser y pensar con respecto a los humanos.

Como se puede imaginar, la mayor parte de la novela transcurre en el mar. O en la costa, como mucho, por lo que la pasión de Hobb por la navegación queda patente en cada una de sus palabras. Los términos náuticos, asequibles gracias a las explicaciones de contexto que la escritora da, salpican el texto haciendo que, si con Abercrombie (6) te salpique la sangre en las batallas, leyendo Las naves de la magia hueles la sal y el viento te azota en el rostro, sintiéndote como si contemplaras los pececillos sentado en el bauprés (7)

Y poco más puedo decir sin, como siempre, reventar la trama. Tan solo que me ha impactado muy favorablemente, y que me rindo a la pluma de Robin Hobb, así que la recomiendo muy encarecidamente para todas aquellas personas a las que le guste la fantasía. Como he dicho, llego tarde a su obra, pero ya se sabe lo que dice el refrán: “Nunca es tarde si la dicha es buena”.

Deseando estoy de ver qué pasa a la cuadrilla de personajes y qué ocurre con algunas cosillas que Hobb planta hábil e inteligentemente entre sus páginas, sembrando cosas que, en los dos libros siguientes, seguro que se desarrollan.

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Preciosa ilustración de la familia Vestrit (fuente: deviantart.com, autora: 8Dimat8)

1: Uno de los seudónimos utilizados por Margaret Astrid Lindholm Ogden

2: Demostrando que no solamente en los títulos de las películas hacemos memeces en España, el título original de la saga es The liveship traders trilogy. En fin…

3: Personalmente, me encanta pasar unas hojas tan finas. Tiene un no sé qué.

4: Althea Vestrit, una joven miembro de una familia mercante cuya pasión es navegar, Wintrow Haven, sobrino de la anterior y aspirante a sacerdote, enrolado en el barco de la familia por obligación, y Kennit, un capitán pirata.

5: Hablar de buenos y malos con este libro es complicado. No hay una dualidad establecida, sino comportamientos claroscuros e intereses personales en un fondo, un contexto, complicado en el que hay bien y mal: es fantasía actual, de aquella que vino a revitalizar el género en los 90 dándole suciedad y realismo.

6: Sí, tenía que mencionarlo. Soy así de pesado.

7: Venga, a buscar el significado.


24 respuestas a “Robin Hobb: Las naves de la magia

    1. Leer libros con terminología náutica para el profano es todo un tour de force, de verdad. Jarcias, trinquetes, mesanas, regalas y otros que van más allá de babor/estribor y proa/popa, que poco más o menos se conocen…
      Por fortuna para mí, leí hace tiempo unos par de libros de «Capitán de mar y guerra» y el inicio de la segunda parte de «La sombra dorada» tiene lugar en la goleta Refulgente, así que me tuve que documentar y algo se me ha quedado 😀 😀 😀

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      1. Gran invento el ebook, con sus diccionarios a un solo «click» 😀
        PS: Lo reconozco, como ya he dicho alguna vez, soy tecnófilo, y el libro electrónico es una muestra más de avance, nada de regresión, aunque me siga gustando el papel. Es otra opción, más posibilidades 😉

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  1. Mi estado de ánimo ha ido descendiendo a medida que avanzaba la lectura de esta original reseña, algo que me preocupa bastante, dicho sea de paso, por ser consciente de que acostumbras a guardar silencio cuando lees una obra y la valoración es poco o nada favorable para el/la autor/a…

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    1. Si lo dices porque en algunas entradas no comento, que sepas que puede deberse simplemente a que no tengo tiempo… estoy revisando entradas vuestras escritas desde el viernes por la tarde, y tengo que ir rápido, y escribir algo, aunque sean cuatro cosas, me lleva mucho tiempo 😉

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      1. No, tranquilo, no van por ahí los tiros. Ya sabes o deberías de saber que en este medio entiendo que nadie está obligado a nada, es decir, que, al igual que la lectura, ha de ser un acto voluntario, y quien no lo entienda así: pobre de él o ella.

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    1. ¡Ya estás tardando! Es broma, es broma… Lo cierto es que son unos tochos, pero se leen con gran facilidad dado que la autora cambia con facilidad de escenario y personajes, haciéndola muy amena, con diálogos muy fluidos y una caracterización interesantísima.
      Eso sí, solo he leído el primer volumen, a ver si termino con el que estoy ahora y el siguiente de la lista y retomo la trilogía 🙂

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