Comenzamos una nueva publicación por entregas. Esta vez, se trata de una novela corta que escribí (y que ahora, para no perder la costumbre, pulo un poquitín más con cada entrada en torno a las 1000 palabras que colgaré de ella) el año pasado, internándome en el género del terror. Con algo de influencia lovecraftiana, aunque disimulada, tiene lugar en la actualidad, en una ciudad indeterminada de España…
Aviso que son unas 30.000 palabras, así que hay para un ratito 🙂
¡Espero que os guste!
LA SEMILLA
CAPÍTULO UNO
El médico forense encendió la luz de la sala de autopsias y los fluorescentes emitieron un susurro perezoso seguido de unos chasquidos eléctricos, prólogo de la luz que se derramó, fría y estéril, sobre la amplia estancia. Sujetando el café humeante con las yemas cerca del borde superior para evitar quemarse, Javier Ocón, médico de vocación, y patólogo por obligación, llegó hasta la mesa central donde, un rato antes, su ayudante había dejado el cuerpo de la víctima, tapado con una sábana blanca como la nieve para cubrir su desnudez.
Sin ceremonia, tiró de una punta de ella y la arrojó al suelo, dando un sorbo mientras echaba el primer vistazo al cadáver.
Era un hombre en la cuarentena, aquejado de una prematura calvicie que había reducido su cabello castaño a poco más que la cobertura de los laterales y la parte posterior del cráneo, de labios gruesos y nariz bulbosa; una cara en lo que más destacaban eran los ojos, porcinos, como incrustados a la fuerza en unas órbitas demasiado pequeñas. El cuerpo mostraba, por su parte, los típicos estragos de la vida sedentaria moderna: extremidades fofas, blanquecinas, y torso hinchado por efecto de unas copiosas comidas que aportaban muchas más calorías de las que necesitaba para su trabajo. Cogió la ficha y miró los datos laborales.
En efecto, era empleado de una oficina bancaria. La combinación perfecta de trabajo sentado y hamburguesas grasientas. Candidato al infarto si no fuera porque el tal Manuel Cruz fue encontrado en un callejón oscuro por una pareja de policías de la local, con un hematoma en la cabeza. Tras ponerse los guantes, Javier presionó con suavidad la zona amoratada, cuyos bordes presentaban la regularidad propia de un instrumento romo, y notó cómo el hueso cedía ligeramente. El impacto había sido fuerte: lo más probable era que hubiera creado un traumatismo encéfalo craneano tan violento como para provocar la muerte inmediata del sujeto.
Acabó el café dando unos cuantos sorbos más y tiró el vasito con bastante tino acertando en la papelera, pese a que se encontraba como a cinco metros de ella. Supuso que el informe sería bastante sencillo, al no existir otras señales de heridas y comenzó tomando unas cuantas fotografías, centrándose en la parte superior de la cabeza.
Antes de encender la grabadora para registrar sus actos, pulsó el botón del intercomunicador que le ponía en contacto con la sala de comunicaciones de la comisaría.
–Dime, Javier –contestó la voz rasposa del agente de guardia.
–Ponme con Lucía, por favor –pidió el forense.
Escasos segundos después, su mujer estaba al aparato. De fondo se escuchaba el sonido de la calle, predominando el tráfico con sus motores, cláxones y gritos.
–¿Qué pasa cielo? –le preguntó entre los chasquidos de la emisora policial.
–¿Te pillo en buen momento? –inquirió Javier.
–Sí, sí. El volante le toca a Samuel.
–¡Pobre coche! –exclamó él con exageración.
–No te pases de gracioso –Samuel se metió en la conversación, riendo.
Lucía acudió en ayuda de su marido:
–Bueno, todos conocemos tu forma de conducir…
Javier oyó al compañero de su esposa mascullando algo; a Lucía y a él les encantaba meterse con el alto, feúcho y simplón Samuel.
–Bueno, vale de risas –dijo Lucía–. ¿Qué querías?
–Poca cosa –respondió Javier–. He visto que los oficiales asignados al caso del banquero sois vosotros.
–¿El banquero?
–Manuel Cruz –aclaró el forense–. Golpe en la cabeza.
–Sí, el del callejón –recordó Lucía–. Aún no nos han dado el expediente, pero algo comentó el comisario esta mañana.
–Pues creo que mi parte del trabajo va a ser fácil –dijo Javier–. A no ser que haya sorpresas al abrirlo, tendréis que buscar a un tipo con un instrumento romo. Posiblemente, un martillo.
–Casi nada –bufó ella.
–Sí, pero poco más puedo decir desde mi reino de los muertos.
–Ya. Con suerte, tendremos una cámara de seguridad que ha captado algo.
Javier consultó los datos de la ficha.
–¿En esa calle donde estaba? –preguntó, haciendo una mueca–. Lo dudo.
–No sé dónde es. Ya te digo que no nos han pasado nada aún.
–Bueno, pues yo hago el informe de la autopsia y te digo.
–Eso mismo –contestó Lucía–. Tengo que dejarte.
–¿Ya habéis llegado a la cafetería? –soltó Javier con guasa.
–Ahí le has dado –contestó Lucía, cerrando la comunicación, sonriendo.
Los dos oficiales aparcaron en la zona de estacionamiento limitado y bajaron del coche sintiendo de inmediato el calor sofocante de la tarde. Los últimos tres días habían sido asfixiantes, propios del mes de agosto, y el sudor comenzó a bajarles a chorros desde la frente en cuanto se pusieron la gorra.
–¡Cómo odio esta ciudad! –exclamó Samuel.
–¿Y pediste el traslado aquí porque…?
Samuel se encogió de hombros ante la cara burlona de Lucía y la siguió al interior de la cafetería donde tomaban su café de media tarde. Como los días anteriores, lo pidieron con hielo y, mientras Lucía hojeaba el periódico, Samuel contempló la televisión, muda, en la que unos concursantes intentaban responder las preguntas entre bromas y muecas del presentador.
El zumbido del móvil hizo que Lucía lo sacase del bolsillo para leer el mensaje que le mandaba su marido. Tras unas caritas sonrientes y un corazón, le recordaba que esa noche cocinaba él, pero que necesitaba que comprara leche de camino a casa. De soja, porque el intestino de Javier había decidido hacía un tiempo que no quería más lactosa en su vida.
Le respondió que sí y le mandó besos.
En cuanto tenga un rato me pongo con ella
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Iré colgándola poco a poco, como mucho dos entradas a la semana, y con sus correspondientes enlaces para seguir con las entradas posteriores, para que podáis seguirla en orden correcto.
¡Gracias por pasarte!
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Un prologo tranquilo y lleno de detalles que nos hacen querer y encariñarnos con los personajes, sobre todo con la pareja policíaca. Además tengo debilidad por Lovecraft, los forenses, Lovecraft, los callejones oscuros, Lovecraft, el café… ¿ya he dicho Lovecraft?
La verdad es que con tan sólo leer la etiqueta me enganchaste. Pero me quedo por vuestra prosa, eso sí. ;).
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No, lo de Lovecraft y que te gustaba un poquitín no lo sabía 😀
Eso sí, como he dicho, está disimulada la influencia de horror cósmico; existe, para quien la sepa ver, pero no es un pastiche de textos cthulhoideos, como se verá (eso creo, vamos)
Pues nada, a ver si te sigue gustando 😉
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Eso, un «poquitín» y sí, seguiremos viendo como va avanzando. :p
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Vale, pues a ver qué te parece 😉
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🙂
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Reblogueó esto en Directas & Indirectasy comentado:
Lovecraft y Alce mezclados en una sola entrada. Disfrute y vicio seguro. 😉
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Batido, no agitado 😀
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Me ha gustado y me apunto a la lectura, pese a ello, he de hacerte saber que en el párrafo cinco te has dejado sin poner una coma entre papelera y la conjunción concesiva: pese a…
Saludos
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Bien, espero que siga manteniendo tu interés. Como he dicho, hay texto para un buen rato, así que…
Sobre la coma, estaría de acuerdo contigo… si no hubiera una coma precedente tras «tino», al romper el ritmo. Pero, claro, tras mirarlo bien mirado, veo que la coma mencionada está mejor sin existir, por lo que sí que hay que ponerla tras «papelera». Hale, corrijo 🙂
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Sí, claro, ¿por qué habría de perderlo si hasta ahora todo lo que he leído está muy por encima de la media?
En cuanto a las observaciones y sugerencias, ya sabes que solo a ti compete.
Saludos
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No, hombre, lo decía porque al ser largo, espero mantener el interés 😉
¡Gracias por comentar!
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Si está bien escrito, el interés se mantiene con independencia del género y/o la extensión de la obra.
Saludos
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Eso espero entonces 😉
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Puedes contar conmigo, ya deberías de estar al corriente.
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Me pondré con ella en cuando tenga un poco de tiempo. Que sepas que estoy ahora mismo con La sombra dorada, y me está causando una excelente impresión.
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Ay, el tiempo… qué escaso es, como ya hemos dicho alguna vez. Si quieres gastar un poquito en ello, espero que te guste, y ya contarás.
Por supuesto, también me alegra que digas que te está gustando La sombra dorada… todo un placer leerlo 🙂
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No lo digo por decir. Estoy «pillao» con el libro.
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Pues doblemente contento me pones 😉
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Con ganas de más. Forenses, policías, casos…esto me va mucho, mucho😆😆😘 Los detalles de la escena del forense son maravillosos, era como estar viéndolo.
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Habrá más, habrá más. Algo de morbo tienen las salas de autopsia, con ese fresquito, ese olor a estéril o cadáver que no sé yo, ¿eh? 😀
¡Gracias por comentar!
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Buen principio, voy a seguir leyendo, pese a que no tengo ni idea que es este Lovecraft. ¡Saludos!
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¡Gracias por tus palabras! Introduzco los principales personajes (aunque habrá alguno más, pero no es una novela coral, ojo) ya desde el inicio, para que quienes lo leáis no les perdáis la pista, por supuesto, con algunas pinceladas que los describan 😉
Howard Phillips Lovecraft está considerado el creador del horror moderno, un escritor de relatos cortos (principalmente) publicados en la década de los años 20 del siglo pasado en los que renovó el cuento de terror tras los pasos de su admirado Edgar Alan Poe introduciendo una sensación de continua incertidumbre frente a los poderes desconocidos, unos «horrores cósmicos» que batallaban contra la humanidad y que influían en la historia, siendo el principal interés del autor el reflejar las secuelas que en la mente produce conocer cosas que mejor están ocultas.
Lord Alce haciendo el friki ha ofrecido este pequeño resumen sobre HP Lovecraft 🙂
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Muchas gracias por la explicación bien detallada, ahora veo que me falta conocimientos, pero creo que en este caso debido a que en mi país durante la época soviética no publicaron la literatura como esta. Entonces voy a conocerla por medio de lo que escribes tú. 🙂
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Ya imagino que tras el Telón no habría mucha literatura anglosajona… Ni mucho menos me quiero comparar con Lovecraft, por supuesto 😉
He de decir que la prosa del escritor de Providence (ahí nació y murió) es un tanto espesa, a veces casi parece que sin pulir de lo farragosa que resulta, pero es inquietante, y sus cuentos son, repito, el pilar fundacional del género de terror moderno. Si gente como Stephen King manifiesta su admiración y «lo que le debe» a Lovecraft, por algo será 😉
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Buena puesta en escena Milord, achicharrados los urbanitas se ponen violentos en extremo. Huelo a discusión previa o a un asunto amoroso. Un abrazo.
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Y es que el calor es malo para el equilibrio mental y espiritual. Si lo unes con la luna llena, el caos está garantizado 🙂
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Ya me has enganchado con otra historia. Odio ese calor del verano pegajoso. ¿Por qué matar a un pobre y sedentario banquero? Saludos primor.
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Aquí en Zaragoza conocemos mucho de ese tipo de verano. En invierno nos sopla el cierzo helado, y en julio-agosto, se funde hasta el asfalto…
Y es que a alguien había que matar, ¿no? 😀
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Al hombre del tiempo quizás? En mi pueblo se duerme con mantita. Tiene playa, unos paisajes preciosos y casi no hay turistas.
-Se llama la Costa da Morte porque no dejamos ni uno vivo!
-Los asesinais?
-No que va, sólo dejamos que se den un baño en el mar y cascan de frío.
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Algún día iré por Galicia. De verdad. Tengo ganas de visitar el norte de la península, que conozco poco (me he centrado más en el este y el sur en mis viajes) pero que sé que es precioso. ¡Saludos!
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Gracias Milord no dejes de hacerlo, te sorprenderá en mucho aspectos, tres consejos tengo, que ya son muchos:
Llevar coche con GPS
Cámaras de fotos
Y alquilar un apartamento con una cocina aceptable.
Son muy sencillos de lograr y quedarás encantado.
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Gracias por los consejos, Carlos. Solo que no soy de «turistear» con coche (soy más bien turista de capitales y voy en tren o avión, moviéndome luego en autobús si eso), y siempre pillamos hotel… Eso sí, la cámara de fotos es indispensable 🙂
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Bueno, de entrada tiene buena pinta. Unos personajes muy bien definidos con solo jnos cuantos diálogos. Bien hecho!
El terror aun no lo veo… Me ha recordado al inicio de una serie de esas tipo CSI. Acaban de encontrar el cuerpo, así que habrá que esperar a ver qué pasa a continuación…
Saludos, Lord! 😊
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En efecto, el inicio parece de una policíaca, y algo de investigación hay. No en vano, Lucía es poli 🙂
Intento siempre que quienes lean mis textos entiendan quiénes son los personajes y por qué se definen lo antes posible, así que me alegra haberlo logrado 😉
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Yo, tarde, me apunto. «Pero si no tienes tiempo para más» me digo. «Ya, pero es que empieza tan bien… Además ha prometido horror cósmico» me contesto a mí mismo. «¿Horror cósmico? ¿Eso no es cuando el Cosme, tu jefe, te pregunta por la tarea de hoy?» «No, eso es terror cósmico, que no es lo mismo».
Vamos, que ya me he enganchado. Al final me veo con los bytes literarios por vena. O con el mono.
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Bueno, prometer, prometer… Veamos, estoy influenciado por Lovecraft cuando me da por escribir terror, pero no quiero hacer un pastiche, un copia-pega de seres tentaculares y mentes humanas desquiciadas. Creo (y si no, ya me tiraréis de las orejas) que la esencia existe, pero disimulada, convertida, disfrazada… Ya lo comentaremos si eso al final. Tras 30.000 palabras, sigo advirtiendo 😀
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Vale, una novelette casi novela. Y sí, nos has advertido. Pero como tenemos entenderas tendenciosas… 😉 😛
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Es que luego no quiero lloros diciendo que «prometiste un relato lovecraftiano» 😀 😀 😀 😀
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