La semilla (IV)

Por si te lo perdiste: (I)(II)(III)

Antes de terminar el turno, volvieron a la comisaría con tiempo suficiente como para rellenar el informe diario y entregárselo al comisario. No se había sentado siquiera en su mesa, cuando sonó el teléfono; la pantalla mostraba la extensión interna de recepción.

–Dime, Rosa –contestó Lucía al descolgar.

–Está aquí tu marido –le dijo ella.

–¿Eh? –Lucía sacudió la cabeza y miró el reloj. Javier tenía que estar abajo, en la zona forense, y si quería hablar con ella, con subir las escaleras bastaba… No, ya sabía lo que pasaba–. Es mi exmarido, Rosa.

–¡Ah, perdona! –se excusó, y Lucía creyó sentir la vergüenza de la mujer.

–No pasa nada. Voy para allá.

Dejó a Samuel al cargo de la redacción del informe, que bufó mientras contemplaba el partido en su móvil; al final, había regalado su entrada a un compañero. Lucía se dirigió a la entrada. Fernando, alto, atractivo y vestido de forma impecable como siempre y, como siempre también, con una sonrisita de superioridad en su cara, estaba esperándola. Junto al hijo de ambos, al que Lucía besó con todo el amor que pudo, si bien no obteniendo la misma muestra de cariño a cambio.

–Vaya, Fernando –dijo Lucía con sarcasmo, tras un pequeño abrazo a Guillermo. Arrodillada, para estar a la altura de su hijo, no dejó que la posición la subordinara a su exmarido y, con voz dura, dijo–: Estás más moreno que la última vez que nos vimos. ¿Vas mucho a rayos?

–Pues en realidad –dijo él con retintín mientras Rosa, la recepcionista, intentaba esconderse tras el mostrador y hacerse más pequeña de lo que en realidad era–, ha sido el sol del Caribe. Estuve de crucerito la semana pasada.

–Crucerito. Ya. –Lucía puso los ojos en blanco. A su exmarido le encantaba restregarle la cantidad de dinero que ganaba trabajando como corredor de bolsa. Todo un personaje de Wall Street–. ¿Y a qué se debe el honor?

–Mañana salgo para Riga –soltó a bocajarro–. Una importante reunión.

Lucía ya veía por dónde iba el asunto.

–Y no puedes cuidar del niño, claro. –Guillermo, el aludido, levantó la cara del móvil y miró a su madre un instante, como si hasta ese momento no hubiera reparado en su presencia pese a las muestras de cariño de ella. No quería montar una escena ahí, en su trabajo, y estaba cansada tras patear la ciudad todo el día, así que cedió con rapidez, provocando que su ex enarcara una ceja con sorpresa–. Está bien. Me organizaré con Javier para poder cuidar de Guille.

–Perfecto. –Fernando pareció a punto de ponerse a dar palmadas–. Pues todo arreglado. Eres un amor, de verdad, Lucía.

–Ya. Guille, te vienes a casa conmigo.

El niño volvió a levantar la vista y recibió con cierta apatía el beso de su padre en la mejilla, sin escuchar lo que le decía a modo de despedida, absorto por completo en la musiquilla y las explosiones que salían de su mundo reducido a una pantalla de unas pocas pulgadas.

En un momento, Fernando había desaparecido, y Lucía tocó con suavidad el hombro a su hijo.

–Vamos, Guille –le dijo, suspirando–. Mamá tiene que terminar su turno, pero enseguida nos vamos a casa.

Samuel pareció el adulto más contento hasta el momento con la presencia de Guillermo y lo recibió con risotadas. De hecho, el niño incluso apagó la consola, y Lucía se preguntó si no podría contratar a su compañero como cuidador. Organizaba su vida, y la de Javier, con respecto a las semanas en las que tenía y no tenía la custodia, pero Fernando era muy dado a hacer lo que acababa de hacer: saltarse con alegría su obligación para con Guillermo y dejarle a ella con una situación en la que tenía que improvisar. En el fondo, no se quejaba, pues así tenía a su hijo más tiempo para ella, pero no dejaba de ser un incordio que tuviera que pedir una y otra vez favores en el trabajo para cambiar turnos y poder así estar con el niño.

–¿Tienes el informe hecho? –Samuel le tendió una hoja recién impresa, calentita, y ella le echó un vistazo metiéndola después en la carpeta con todos los demás documentos–. Bien, pues me voy a ver al comisario. No le pierdas de vista.

–Por supuesto que no –respondió Samuel, poniéndose los dedos frente a los ojos como si llevara prismáticos y mirando a Guillermo, que se rio con ganas.

Como el despacho del comisario estaba cerrado, con las cortinas corridas, llamó un par de veces pidiendo permiso y, cuando desde dentro la voz, dura, seca, de Aguilar preguntó quién era, contestó:

–Lucía Utrilla, señor. Traigo el informe del caso…

–Sí, pase, adelante –contestó, sin dejarle decir el número del expediente.

En el interior, dos hombres se giraron para verla entrar. Uno de ellos le produjo una inmediata sensación de desagrado, al mirarla con unos ojos azules y gélidos incrustados en un rostro ratonil, mientras que el otro pareció dispuesto a obviarla por completo, sin hacer siquiera un ademán con la cabeza cuando el comisario dijo:

–Esta la oficial encargada del caso, precisamente. Siéntese, por favor.

Lo había dicho como una cortesía, pero Lucía miró en rededor buscando un asiento vacío, sin éxito.

–Siéntese aquí, por favor –dijo el de cara de rata, levantándose y abrochando el botón superior de su americana gris.

–Es igual, no importa –comenzó ella.

–A ver, deme el expediente –interrumpió el comisario, tendiendo la mano–. ¿Ha habido algo nuevo hoy?

–En realidad sí, señor. –Lucía se guardó para sí las inquietudes con respecto a la muy afortunada aparición del sin techo y contó su encuentro en el callejón de forma objetiva. Se fijó en que su relato producía una sonrisa de satisfacción en los dos hombres trajeados.

–Es lo que nos imaginábamos –comentó, por fin, el que se había quedado sentado, volviendo su cara hacia ella–. Señora, el caso es, oficialmente, un asunto del CNI.

–¿El CNI? –preguntó ella, atónita.

–Son los agentes Rebollo y Sanz. –Por fin, el comisario los había presentado y Lucía dejó de pensar en ellos como el Rata y el Callado–. Y sí, son agentes del CNI.

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la-semilla


65 respuestas a “La semilla (IV)

  1. Jeje 😅 El rata y el callado!! Buenos apodos.
    Vale, a parte de un cadáver, una extraña sustancua negruzca y un sin techo culto, tenemos a un exmarido gili y a dos del CNI… pues vaya, la trama se va complicando y retorciendo. Mucho me temo que Lucía no va a dejar que los del CNI le quiten el caso, ¿estoy muy errada?

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    1. ¿Se pondrá en plan agente de policía estadounidense y empezará a hablar de jurisdicciones? ¿Mandará a freír espárragos a los dos de los apodos? ¿Amenazará con la pistola a su exmarido jugándose un expediente disciplinario? Quién sabe, quién sabe… 😀 😀 😀

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      1. No, nada de eso. Yo me declino por: acatará las órdenes sin rechistar y continuará la investigación por su cuenta 😉
        Con los exmaridos no hay que gastar energías, ya se encargará el karma de ellos. En este caso le preveo un cáncer de piel prematuro 😂😂

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      2. Bueno, pues ya veremos qué hace la buena Lucía. Yo lo sé, claro. Chincha. A lo mejor has acertado. A lo mejor no.
        Por cierto, esta semana damos un pequeño descanso a Elin, que se lo ha ganado 🙂

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      3. Me temo que sí. Lamento profundamente esta situación, pero la huelga de dobladores me ha obligado a tener que suspender la emisión de la presente temporada…
        ¿Cuela? 😀 😀 😀
        PS: Venga, mujer. No hay como un buen cliffhanger para dejar un rato una cosa.

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  2. Bien Milord. Excelente puesta en escena y el manejo de las escenas muy medido. Sólo una postilla menor. Cuando en una reunión le dejan a uno de pie, es un regalo inesperado, porque mantiene una posición de superioridad respecto a los demás y se puede repartir caña, desde arriba a troche y moche sin que le retiren el uso de la palabra. Un abrazo.
    Fernando es un impresentable. Haz que se rompa un par de piernas a la altura del fémur que ya me ha estomagado el solomillo al horno con patatas que había horneado. Ea.

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    1. En efecto, tienes razón en lo de quedarse de pie. A fin de cuentas, somos animales sociales y grupales, y la posición elevada siempre otorga una mayor autoridad a nivel instintivo (de ahí púlpitos, tarimas, estrados y demás zarandajas de las que siempre ha usado el poder)
      ¡Saludos!

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  3. La introducción de una vida anterior a Javier para Lucía añade puntos a la historia. Eso de incumplimiento de custodias y de maridos gilipoll…puede dar bastante juego. Una forma de nutrir al personaje y conseguir que resulte más cercano.
    El caso seguirá siendo investigado por esta «peazo» poli, claro. Acatará órdenes pero hará sus propias indagaciones para luego estamparle sus logros a los dos tipejos, ¿no?, ¿no?, ¿nooooooo?

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    1. ¡Por supuesto! Siempre intento dar una voz, un pensamiento, y un pasado propio a cada uno de mis personajes, sobre todo, por supuesto, a los principales. Me decanto por presentarlos con un mínimo de pinceladas y luego ir dejando que la trama desvele su historia, como es el caso.
      Veo que opinas como la mayoría acerca de lo que hará con el caso… En breves sabréis qué pasa y la decisión que toma la poli 😉
      PS: No me insistas, que no voy a desvelar nada 😀 😀 😀 😀

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    1. Pues… Rin Tin Tin era el nombre de un, bueno, varios, perros del cine 😉
      Lo que pasa es que la fonética de retintín (que es la palabra correcta: http://dle.rae.es/?id=WHepbTg) es complicada, con tanta «t» y «n» (que por cierto, es onomatopéyico, al proceder del sonido de las campanas, como pone en la definición), y el habla coloquial, con el famoso perro de las películas confundió uno con otro, me da a mí (esto es teoría mía). En efecto, he escuchado muchas veces decir que alguien lo dice con «rintintín», pero es erróneo.
      ¡Besos de vuelta!

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  4. ¡Muy muy interesante, Luis! Si me permitas decirte una cosita que me ha parecido algo rara… Me parece que cualquiera madre viendo a su hijo, más aun si no vive con él permanentemente, lo primero que haría, saludara, abrazara y besara a su hijo, aunque fuera enfrascado a su consola o lo que sea. Saludar a su ex marido es un acto seguido después de lo primero. Perdona por mi opinión. En todo caso, me encantan los personajes y el desarrollo de la intriga. Un abrazo.

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    1. Sí, mirándolo desde una perspectiva maternal (no tengo hijos, así que a veces me puedo columpiar en este aspecto) tienes razón, aunque lo racionalicé al escribirlo pensando en que Lucía iba un tanto mosqueada porque 1) la mujer de recepción se había equivocado y 2) se veía venir el percal de lo que iba a pasar y lo primero era abroncar un poco al ex 😀 😀 😀
      De todos modos, luego en otra escena ahondo un poco más en la relación materno-filial, a ver qué tal me desenvuelvo 😉
      Cualquier comentario, como siempre, es muy bienvenido. ¡Saludos hasta allá lejotes!

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      1. Debo acotar que a mi me ha parecido lo mismo. De hecho me ha dejado con la sensación de que la custodia de Guillermo es oficialmente de su Padre y que en este caso es Lucía la de las visitas dominicales, a ese punto.

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      2. Sí, en efecto. No es que tengas razón. Ni siquiera mucha. Tienes muchísima, así que lo he cambiado en el texto que tengo en el disco duro. Pero como soy así, no lo he editado en el blog… En fin. Lo cambio ahora mismo con el texto que respondí en otro comentario (a «vozdemoscú»)

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      1. ¡Siempre, Milord! El caso es que leyendo siempre imagino todo lo leído como si esté viendo la pelí (creo que no soy única quien lee así, además de niña quería ser de mayor directora de cine 🙂 ). Y por tanto a veces, no siempre, veo algunas pequeñas cosas. Como autor puedes modificarlo o no tu texto, que en todo caso es maravilloso, pero estoy segura que modificándolo evites que a alguien más se ocurra lo mismo. 🙂 ¡Gracias a ti! Un abrazo.

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      2. En efecto, te doy toda la razón, y voy a editarlo pero ya, de forma que el párrafo quedará tal que así:
        «Fernando, alto, atractivo y vestido de forma impecable como siempre y, como siempre también, con una sonrisita de superioridad en su cara, estaba esperándola. Junto al hijo de ambos, al que Lucía besó con todo el amor que pudo, si bien no obteniendo la misma muestra de cariño a cambio.
        –Vaya, Fernando –dijo Lucía con sarcasmo, tras un pequeño abrazo a Guillermo. Arrodillada, para estar a la altura de su hijo, no dejó que la posición la subordinara a su exmarido y, con voz dura, dijo–: Estás más moreno que la última vez que nos vimos. ¿Vas mucho a rayos?»
        Y, poco después, transformamos otro párrafo con:
        «–Y no puedes cuidar del niño, claro. –Guillermo, el aludido, levantó la cara del móvil y miró a su madre un instante, como si hasta ese momento no hubiera reparado en su presencia pese a las muestras de cariño de ella. No quería montar una escena ahí, en su trabajo, y estaba cansada tras patear la ciudad todo el día, así que cedió con rapidez, provocando que su ex enarcara una ceja con sorpresa–. Está bien. Me organizaré con Javier para poder cuidar de Guille.»
        ¿Qué te parece ahora? 😉
        PS: Yo también quería dirigir cine… e incluso hice unos cuantos cortos en un grupo de la universidad 🙂

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      3. ¡Perfecto, Luis! Por cierto, es mi respuesta a tu último comentario, pero WordPress no permite contestar a él (a niveles de abajo), no sé por qué. Eres un verdadero artista, añadiendo varios rasgos característicos a los personajes. Ahora me parece Guille quien se porta algo poco adecuadamente, jajaja, aunque si se trata de un adolescente o preadolescente, todos sabemos que los chicos de hoy pueden portarse así, metiéndose de narices a sus gadgets y sin ver nada a su alrededor. 🙂 Gracias por prestar tanta atención a mi humilde opinión (hasta que quiero disculparme, jajaja), pero ya sabes que cuanto más vivos (reales) son personajes y menos preguntas causan, tanto mejor se lee un texto. Un abrazo.

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      4. Gracias, muchas gracias (reverencia) 😉
        De disculparte nada. Intento que la acción, los diálogos y la personalidad de los personajes se plasmen en lo que escribo, pero hay detalles (o cosas importantes, todo puede pasar) que a lo mejor no tengo en cuenta porque creo que no son necesarios, imagino que están implícitos o, simplemente, no caigo en ellos… Por lo que, como siempre digo, las contribuciones de lectoras como tú son imprescindibles para mejorar el resultado. Así que, de nuevo, ¡muchas gracias! 🙂

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      5. Me he equivocado, la respuesta va normalmente. Y quiero decirte que tuviste mucha suerte dirigiendo cortometrajes en la uni. En el instituto de ESO donde estudió mi hijo los chicos también lo hacían, y siguen hacerlo hasta ahora, y el resultado me gusta mucho. Por eso me encanta la enseñanza pública en España (aunque ya sé que mucha gente la menosprecia).

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      6. Bueno, como lo has arreglado, mejor 😉
        En realidad, era un grupo de compañeros de diferentes carreras, en plan «club de ajedrez» 😀 😀 :D, que contamos con cierto, pero escaso, apoyo de la Universidad: más bien fue una cosa a lo Juan Palomo (yo me lo guiso, yo me lo como…)
        Fue una experiencia muy satisfactoria, pero consumía demasiado tiempo, empecé a trabajar y… ¡puf! Tuve que dejarlo. Pero recuerdo esos cuatro años de gran intensidad «cinematográfica» con mucho, muchísimo cariño 🙂

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    1. Bueno… lo cierto es que el relato ya lo tengo escrito del todo 😀 😀 😀
      Pero si lo cuelgo entero, a lo mejor se me cae la página del peso. Mejor sigo poco a poco. Y así te torturo con los «continuará» 😉
      ¡Saludos y gracias por pasarte!

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      1. Vaya tortura más cruel, con amigos como tú, no necesitaré enemigos, es broma jajaja. Bueno pues esperaré con paciencia más de una santa que de una persona ansiosa… jajaja. Gracias siempre, espero no morir antes de leerlo entero, que ya una no es una niña. Besitos.

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  5. «–Crucerito. Ya. –Lucía puso los ojos en blanco. A SU MARIDO le encantaba restregarle la cantidad de dinero que ganaba trabajando como corredor de bolsa. Todo un personaje de Wall Street–. ¿Y a qué se debe el honor?»

    EJEM… EX-MARIDO. ¬¬U, o Lucía aún no lo asume o el autor no lo asume o alguien no lo asume.

    Pues nada, ví que ya está la próxima parte así que no me voy a extender mucho por aquí salvo…
    Muy bien Lucía!, ya tienes a alguien de quien preocuparte cuando tengas que huir/luchar de lo que se avecina. Suerte con eso. 😉

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