La semilla (VI)

Por si te lo perdiste: (I)(II)(III)(IV)(V)

Tras un buen rato aporreando los mando, Lucía miró el reloj. Había pasado bastante tiempo y Javier no había vuelto. Inquieta, lo llamó al móvil, pero él lo había dejado en la mesa de la cocina, desde donde le llegaron las notas de I wanna rock, la sintonía de llamada que había personalizado para ella. Era lo normal, pues llevar el teléfono en el bolsillo de los pantalones cortos que usaba para correr podía suponer que el móvil se cayera al suelo. Como él decía, prefería un rato incomunicado a tener que comprar otro nuevo.

Quizá se había encontrado con algún conocido.

Pero, cuando los minutos siguieron pasando y la ausencia de Javier ya suponía un par de horas, comenzó a preocuparse de veras. Mandó a su hijo a la cama y emprendió una tarea de vigilancia desde las ventanas de su cuarta planta, contemplando la calle hecha un manojo de nervios.

El barrio era residencial, al norte de la gran ciudad en la que vivían, muy tranquilo, de parejas jóvenes y sus niños, con poco tráfico pasadas las diez de la noche y muy escaso índice de problemas a excepción de algunos críos revoltosos que hacían pintadas en las paredes.

Por su cabeza empezaron a desfilar imágenes que la colmaron de miedo. ¿Había tenido un accidente y le habían atropellado? ¿No sería uno de esos horribles casos de muerte súbita que daban a la gente mientras hacía deporte? ¿O era algo más siniestro?

Su mente de policía, siempre proclive a pensar en el lado funesto de las cosas, comenzó a dibujar escenarios macabros y pesimistas. A las doce de la noche, cuando Javier ya llevaba tres horas fuera de casa, no pudo aguantar más y llamó a la comisaría.

Utilizó todos los recursos que, como policía, tenía a su alcance, y encontró un cierto consuelo en las promesas que le hizo el comisario de guardia. Quiso creer que se encargarían de todo y agradeció las palabras que le dijeron, buscando calmarla.

Era tal su estado de ansiedad que estaba segura de que no iba a pegar ojo. La tensión y el cansancio, la excitación y el miedo, la mantenían en un estado hiperactivo, aunque fuera consciente de su incapacidad de hacer nada. No podía salir a las bravas a la calle y empezar a buscarlo, no, con su hijo en casa. Acabó, tras numerosos paseos pasillo arriba y abajo, en la puerta de Guille y, llorando, se tumbó en la cama junto al niño, que se removió inquieto en sueños. Sentía un miedo como nunca antes en su vida, hasta que, un tanto reconfortada por el calor del cuerpo infantil, se quedó dormida.

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52 respuestas a “La semilla (VI)

      1. Yo soy tan nerviosa que me puedo pasar semanas sin dormir cuando algo me preocupa mucho, pero sí recuerdo cuando murió mi madre, que me echaron en un sofá en el tanatorio y me dormí, pero había tomado bastante medicación, cuando desperté por poco me vuelvo loca, bueno yo creo que estoy loca de atar, pero más aún. Besos a tu alma. Feliz sábado, amigo.

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      2. En efecto, cada persona sobrelleva el dolor como puede. En el caso que nos ocupa, me decidí por dejar que durmiera porque, además de considerar que no iba a dejar al niño solo en casa y que iba a dejar que sus compañeros de la policía se ocuparan, me sirve para seguir con la trama, como se verá más adelante.
        En fin, reconozco que quizá no supe explicar bien por qué Lucía, al final, y con todo, se acostaba 😉
        ¡Abrazos!

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    1. Copio-pego la respuesta a varias comentaristas.
      Como más de una (y dos) habéis dicho que os chirría que Lucía se meta en la cama, voy a proceder a cambiar la redacción. Es el último párrafo el que crea problemas y tengo que reconocer que, en efecto, es un tanto extraño y es consecuencia de no haberme sabido explicar bien. Por tanto, el último párrafo es sustituido por lo siguiente (a ver qué os parece ;))
      «Era tal su estado de ansiedad que estaba segura de que no iba a pegar ojo. La tensión y el cansancio, la excitación y el miedo, la mantenían en un estado hiperactivo, aunque fuera consciente de su incapacidad de hacer nada. No podía salir a las bravas a la calle y empezar a buscarlo, no, con su hijo en casa. Acabó, tras numerosos paseos pasillo arriba y abajo, en la puerta de Guille y, llorando, se tumbó en la cama junto al niño, que se removió inquieto en sueños. Sentía un miedo como nunca antes en su vida, hasta que, un tanto reconfortada por el calor del cuerpo infantil, se quedó dormida.»
      Cualquier sugerencia, como siempre, será bienvenida.

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  1. Qué inquietante!! Yo sería incapaz de meterme la cama en esas circunstancias… Me voy a buscarlo yo misma!! ¿Pero ponerme a dormir? ¡Imposible! Debe ser que Lucía tiene un temple tremendo al ser policía porque sino, no lo entiendo…
    Si me permites, he visto dos cositas:
    – Primer párrafo se repite la expresión «un buen rato» dos veces en una línea.
    – Quinto párrafo, está el verbo «llegar» y creo que deberías usar «llevar», pues dice «(…) llegaba tres horas fuera de casa». Y tendría que ser «llevaba tres horas fuera de casa».
    El resto, genial!! Como siempre. Aunque, cortito, muy cortito!!
    Un abrazo 🙂

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    1. Cierto, bien visto. Cambio el segundo «buen rato» por «bastante tiempo», y a esa «g» rebelde la mandó a freír espárragos y la sustituyo por una «v» 🙂

      Copio-pego la respuesta a varias comentaristas.
      Como más de una (y dos) habéis dicho que os chirría que Lucía se meta en la cama, voy a proceder a cambiar la redacción. Es el último párrafo el que crea problemas y tengo que reconocer que, en efecto, es un tanto extraño y es consecuencia de no haberme sabido explicar bien. Por tanto, el último párrafo es sustituido por lo siguiente (a ver qué os parece ;))
      «Era tal su estado de ansiedad que estaba segura de que no iba a pegar ojo. La tensión y el cansancio, la excitación y el miedo, la mantenían en un estado hiperactivo, aunque fuera consciente de su incapacidad de hacer nada. No podía salir a las bravas a la calle y empezar a buscarlo, no, con su hijo en casa. Acabó, tras numerosos paseos pasillo arriba y abajo, en la puerta de Guille y, llorando, se tumbó en la cama junto al niño, que se removió inquieto en sueños. Sentía un miedo como nunca antes en su vida, hasta que, un tanto reconfortada por el calor del cuerpo infantil, se quedó dormida.»
      Cualquier sugerencia, como siempre, será bienvenida.

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    1. No, no, que el próximo fragmento llegará el lunes. El martes a más tardar 😀
      Que haya sido tan cortito, por cierto, ha sido culpa mía por entero, por un fallo de cálculo: tendría que haber puesto el texto de esta entrada al final del texto de la anterior, pero… en fin, cosas que pasan 😀

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      Como más de una (y dos) habéis dicho que os chirría que Lucía se meta en la cama, voy a proceder a cambiar la redacción. Es el último párrafo el que crea problemas y tengo que reconocer que, en efecto, es un tanto extraño y es consecuencia de no haberme sabido explicar bien. Por tanto, el último párrafo es sustituido por lo siguiente (a ver qué os parece ;))
      «Era tal su estado de ansiedad que estaba segura de que no iba a pegar ojo. La tensión y el cansancio, la excitación y el miedo, la mantenían en un estado hiperactivo, aunque fuera consciente de su incapacidad de hacer nada. No podía salir a las bravas a la calle y empezar a buscarlo, no, con su hijo en casa. Acabó, tras numerosos paseos pasillo arriba y abajo, en la puerta de Guille y, llorando, se tumbó en la cama junto al niño, que se removió inquieto en sueños. Sentía un miedo como nunca antes en su vida, hasta que, un tanto reconfortada por el calor del cuerpo infantil, se quedó dormida.»
      Cualquier sugerencia, como siempre, será bienvenida.

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      1. Pues estos cambios me gustan. Eso sí, tengo que romper una lanza a tu favor: creo que estamos demasiado influenciados por las series americanas donde los protas no dudan en enfundarse las granadas y metralletas y salir a patearse las calles. Lucía ha hecho lo que la gran mayoría haríamos en la realidad: avisar y esperar. Besacos!

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    1. Copio-pego la respuesta a varias comentaristas.
      Como más de una (y dos) habéis dicho que os chirría que Lucía se meta en la cama, voy a proceder a cambiar la redacción. Es el último párrafo el que crea problemas y tengo que reconocer que, en efecto, es un tanto extraño y es consecuencia de no haberme sabido explicar bien. Por tanto, el último párrafo es sustituido por lo siguiente (a ver qué os parece ;))
      «Era tal su estado de ansiedad que estaba segura de que no iba a pegar ojo. La tensión y el cansancio, la excitación y el miedo, la mantenían en un estado hiperactivo, aunque fuera consciente de su incapacidad de hacer nada. No podía salir a las bravas a la calle y empezar a buscarlo, no, con su hijo en casa. Acabó, tras numerosos paseos pasillo arriba y abajo, en la puerta de Guille y, llorando, se tumbó en la cama junto al niño, que se removió inquieto en sueños. Sentía un miedo como nunca antes en su vida, hasta que, un tanto reconfortada por el calor del cuerpo infantil, se quedó dormida.»
      Cualquier sugerencia, como siempre, será bienvenida.

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      1. Me alegro de haber acertado con el cambio. Lo cierto es que aquellas que me os lanzasteis a la yugular (es broma, es broma 😀 😀 :D) decís que os gusta el cambio, así que… me alegro 🙂

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    1. 😀 😀 😀 😀
      A ver, que Lucía está cansada y tiene al crío en casa, no va a salir alegremente en plena noche dejándolo solo, jeje…
      No, no era cruel. Era más sosito, un párrafo que no aclaraba mucho el tema y que daba impresión de frialdad. Lo recupero para ti, para que veas lo bueno que soy 😛 Decía:
      «Cuando se acostó, por fin, eran casi las dos, y estaba completamente segura de que no iba a pegar ojo. Aún así, se tumbó en la cama y los nervios le hicieron llorar, sintiendo un miedo como nunca antes en su vida, hasta que se quedó dormida.»

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  2. He leído con cierto retraso y no he visto la primera redacción, pero veo que seguramente la segunda es mucho mejor. No soy original: tampoco nunca me acostaría en tal situación. 🙂 Aun así me sorprende que al fin y al cabo Lucía se ha quedado dormida, pero bueno, el cansancio despues de toda la semana laboral ha hecho la obra suya. Y ahora también estoy preocupada por Javier y lo que le pasa. 🙂 Un abrazo.

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    1. Hoy mismo sabrás qué le pasa a Javier, no te preocupes. O sí, preocúpate 😀 😀 😀
      La redacción original era mucho más fría y no aclaraba el porqué Lucía se acostaba con toda la tensión del asunto. Al escribirlo, me apresuré demasiado dando por supuesto que lo que comentas (cansancio, tener al niño en casa, etc.) quedaba implícito.
      En la versión primera, el párrafo decía:
      “Cuando se acostó, por fin, eran casi las dos, y estaba completamente segura de que no iba a pegar ojo. Aún así, se tumbó en la cama y los nervios le hicieron llorar, sintiendo un miedo como nunca antes en su vida, hasta que se quedó dormida.”
      ¡Un abrazo!

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      1. Pero ¿sabes que?, la primera versión tampoco me parece ilógica, así podría ser de verdad: Lucía espera a su marido, muy nerviosa, se tumbó en la cama (aquí mencionaría que lo hizo sin quitarse la ropa o sin cambiarla por pijama), no iba a dormir, pero… Es normal. Bueno, me gustan las dos. Por desgracia, voy leyéndote con algo de retraso, espero que me enmende pronto. 🙂 ¡Un abrazo!

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      2. ¡Ajá! Tú me entiendes, por fin, ya estaba empezando a sentirme desdichado… No, es broma. Has comprendido lo que quería reflejar, pero tuve el problema, al escribirlo, de dejar demasiadas cosas implícitas, que pueden chocar al leer. En fin, con la ayuda de todas, creo que ya está arreglado (aunque en el nuevo fragmento volvemos a tener a Lucía durmiendo, jeje :D)

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