Dentro del programa “Adopta una autora”, paso ahora a reseñar dos relatos cortos de mi escritora elegida, Lisa Tuttle, de quien podéis leer la que hice en su día de su novela Futuros perdidos aquí.

Son dos relatos breves, muy breves, de 10 y 8 páginas cada uno, así que, en primer lugar, aviso que romperé mi regla de no destripar el argumento y contaré de qué va. Del principio al final. Tampoco importa, en realidad, porque lo que hay que hacer es examinar de qué habla la autora en ellos y cómo lo cuenta. En castellano, forman parte de la antología Recuerdos del cuerpo, que por cierto tiene el bastante clarificador subtítulo de Cuentos de deseo y transformación.
Sin más, voy con ello:
UN CUMPLEAÑOS
Lisa Tuttle escribe un texto extraño, muy extraño. Construido básicamente con diálogos entre tres personajes (una madre, una enfermea y su hijo), a los que se suma luego, casi en un epílogo, la mujer de aquel. Muy pocas pinceladas de la voz de la narradora nos señalan que el hombre acude a casa de su madre, Liz, y, alarmado, ve que está empapada en sangre. Literalmente: sangra por todos los poros de su cuerpo.
Así que se empeña en que vaya al médico, porque no es muy normal que digamos. Sin embargo, y aquí radica algo que es una constante en la obra de Tuttle, la madre le dice que no pasa nada, que está bien, que se ha sorprendido desde que empezó a sangrar por la mañana, pero que no está enferma. Es decir, que lo imprevisible, incluso anonadante, toma el lugar de la realidad normal, sustituyéndola al menos para la mujer, mientras que el hijo sigue aferrado a lo que él considera debería ser. Y así dialogan y discuten, con él cada vez más nervioso y ella, curiosamente, más calmada, hasta que la enfermera viene a posicionarse del lado de Liz, sacando definitivamente de sus casillas al hijo, que se va con su esposa, quien le convence de volver a ver a su madre y ayudarla.
La sorpresa es mayúscula cuando, en el fragmento final, se nos revela qué narices está pasando: la enfermera sostiene una recién nacida a la que llama Liz.
Es decir: la clave está en el título. Era el cumpleaños de Liz, sí, pero también el de su (re)nacimiento entre sangre.
Un elemento fantástico, pues, en el que hay lugar para un pequeño sesgo feminista: se compara el abundante sangrado de la madre con la menstruación, y el hijo representa a la mayoría de los hombres (masculino, no genérico) sintiendo repulsión por ver a una mujer sangrando, fruto del bagaje cultural de milenios que ha hecho ver tal cosa como algo tabú, impuro y sucio.
Su lectura es interesante, la verdad, con un final que ata los cabos y deja con una sonrisa tras entender el argumento.

EL CORAZÓN DE UNA MADRE. UNA HISTORIA VERÍDICA DE OSOS.
El título es extraño, cuando menos. De hecho, leer esta muy breve obra me ha resultado todavía más extraño que la anterior, dado que está escrito en forma de cuento, siguiendo los cánones de las narraciones infantiles, con un narrador que presenta la historia desde un punto de vista omnisciente, pero explicándolo todo al dedillo… sin explicar nada.
Esto es una paradoja, evidentemente, pero se entiende si se dice que lo que hace Tuttle es contar la acción con pelos y señales, pero solo dándole sentido al final. La trama avanza contándonos qué hacen, qué han hecho hasta llegar al momento de la narración y, sobre todo, qué sienten y piensa el elenco: dos niños que no quieren que su madre siga siendo su madre, un hombre (padre, marido) que se siente ninguneado por su familia y desea un ascenso laboral, y una mujer (madre, esposa, amante de un tercero que solo es mencionado) que quiere vivir una vida nueva.
Los deseos, los anhelos de todos ellos, son pedidos al oso que los niños encontraron un día en el bosque y que, como si fuera el genio de Aladino, recibirá las peticiones de todos los miembros de la insatisfecha familia.
Y todos ellos obtendrán su deseo, pero sin encontrar la dicha completa aunque cambien sus vidas. Tan solo, y aquí radica la genialidad del relato, plasmada en el último párrafo, es el oso quien obtiene el deseo al cien por cien. Porque es UNA OSA, y quería volver a tener dos hermosos oseznos que perdió en su día, siendo los niños los sustitutos de ellos.
Una delicia que pone el acento en la infelicidad humana, en la incapacidad para contentarnos con lo que tenemos y siempre querer más, y un retorcido cuento narrado con mucha delicadeza y sensibilidad. Una delicia.
Vaya, ahora que había vistu un (I) creía que por fin podía engancharme a una de tus series desde el principio (reconozco que voy leyendo «El romance del falso caballero» y «La semilla», aunque a destiempo. Pero me quedo con el nombre, ya sabes que para mí eres un sello de calidad en cuanto a recomendaciones. ¡Un saludo!.
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Es que he hecho trampa para que picarais, jejeje.
No, es broma. Es que me parecía feo no analizar los relatos breves como se merecen, uno por uno, y así iré colgando las entradas hasta terminar con toda la antología.
Es una autora que merece la pena, la verdad; su inclusión de elementos extraños, misteriosos e incluso terroríficos en la realidad de los personajes es, cuando menos, inquietante. Y escrito con gran claridad (aunque la traducción de la antología de vez en cuando mete la pata, lo que no pasaba en «Futuros perdidos»)
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Excelente reseña y creo que los relatos extraordinarios. Gracias y saludos.
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Lisa Tuttle es muy interesante, de verdad. En su novela «Futuros perdidos», ya comenté que en pocas páginas es capaz de crear no uno, sino varios universos (realidades) coherentes dando un toque de locura psicológica. En estas escasas páginas, narra mucho diciendo poco. Saludos! 🙂
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Me quedo con el primer relato, como dices es sorprendente y muy original!! 👌
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El final me dejó ojiplático, en serio. Muy, pero que muy original, sí.
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Jeje… Me ha pasado lo mismo que a Jon Ícaro. Pensaba que era una nueva serie.Tengo pendiente leer la que estás escribiendo, pero la falta de tiempo me come. Por otro lado, muy buenas reseñas. Un abrazo.
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¡Es que ha sido una trampa tramposa! ¡Muahahaha! 😀 😀 😀
No, en serio, así creo hacer mayor justicia a la breve, pero intensa, prosa de Tuttle.
De todos modos, voy a empezar (con tranquilidad, eso sí) cosas mías en wattpad que ya he publicado en el blog, así que si quieres, ya sabes 😉
¡Un saludo muy grande! 🙂
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Se te dan las reseñas de cine Milord. Una pequeña er-ata en (una madre, una enfermea y su hijo) Un abrazo.
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¡Argh! Esa «r» perdida… 😀 😀 😀
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No está perdida, emigró a Francia!!
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Con el pego de Gamón Gamíguez, está clago.
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Claro, figura en los mismos vocablos y no se pronuncia. El mismo sueldo y mucho menos trabajo.
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Así visto, tienes razón. O gazón 🙂
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