Capítulo 6: (I) (II) (III) (IV) (V) (VI) (VII) (VIII) (IX) (X) (XI) (XII) (XIII) (XIV) (XV) (XVI)

Elin asintió con un firme movimiento de la cabeza. Confiada en que la elfa con la que había cruzado la espada respetaría el duelo ritual, le dio la espalda y se encaró con el enorme general. Antes de dar un paso, no obstante, Perceval susurró:
—Cuidaos de su espada, Elin. Es capaz de dividirla en dos.
La joven guiñó los ojos, extrañada, pero guardó la información y dio dos pasos hacia Guedin’has, que permaneció firme, las piernas abiertas y el mandoble ante él en diagonal, apuntando al suelo; todo en él destilaba calma y superioridad, como la de quien sabe que va a salir victorioso de un trance en exceso fácil, y Elin sintió una punzada de ira al entender que su enemigo no la tomaba en serio.
Lanzó una estocada de tanteo que el general rechazó sin problema.
Elin sabía que no podía contar con su capacidad mágica: había atado cabos y entendía que, de una forma instintiva, era capaz de canalizar la energía mágica de la realidad que la rodeaba. Por desgracia, como había explicado Firdánir, nada de ella quedaba en el mundo de los elfos, así que Elin solo podía contar con su pericia, destreza y habilidad con la espada.
Las espadas volvieron a chocar una y otra vez, todavía en la fase de medir la habilidad del oponente. Elin desplazaba su cuerpo en torno al general con pasos suaves y cortos, mientras que él pivotaba sobre sí mismo, sin avanzar y clavando los ojos en los de la joven con una mirada que parecía burlona. Guedin’has volvió a rechazar otro ataque con la punta.
—¿Eso es todo lo que sabes hacer? —preguntó con la voz más grave que jamás hubiera escuchado Elin—. ¿Dar golpecitos como si estuvieras jugando? Más valdría que te hubieras dedicado a las muñecas de trapo y el horneo de pasteles, chica! —se burló, parando otro golpe.
Elin no hizo caso. Su naturaleza de por sí rebelde y un tanto inconsciente quedaban a un lado cuando tenía que cruzar su espada con cualquier contrincante. Siguió examinando la coraza de placas negras del general, buscando las junturas y planificando la mejor forma de llegar hasta ellas. El menor tamaño de su brazo y espada era una desventaja, pero estaba segura de ser más ágil que él, aunque por el momento no había dado muestra de su forma de moverse.
Decidió que ya tenía toda la información que necesitaba y comenzó a luchar en serio, alternando tajos de barrido y estocadas con rapidez, balanceando el torso y empujando con la cadera para intentar quebrar la guardia de Guedin’has. El elfo, entonces, empezó a tomarse en serio a la joven y a tener que mover las piernas para evitar los ataques que le lanzaba.
Los asistentes miraron fascinados el duelo, una sucesión de golpes y paradas que provocaron la admiración entre quienes sabían de combatir con espada, mas Firdánir se mordisqueaba el labio, temeroso por la suerte de Elin. Dudaba mucho que lograra vencer al general Guedin’has, pues antes de abandonar el mundo de los elfos, ya le era conocida su fama de impío asesino, inclemente destructor de aldeas y conquistador incapaz de sentir remordimientos por las vidas que había quitado, un bárbaro que en su día luchó con todas sus fuerzas contra Calau’dar’Onieril, pero que, tras jurarle fidelidad, se había convertido en su mano derecha.
Uy, ese duelo va a ser muy interesante, me he quedado con más ganas de leer para saber el resultado de esa lucha. Siempre me enganchan tus obras, Lord, amigo. Gracias. Besos a tu corazón.
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¡Ahí, cortando en medio de los espadazos! ¡Qué mala baba tiene el autor!
Abrazos para ti 🙂
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Jajajaja, pues sí, la verdad jajajaja
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Leído y disfrutado como ameritas.
«–se burló…» ¿lo das por un verbo de habla?
Saludos
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Sí, en efecto. Como mofar(se) o ridiculizar. Implica un acto, en este contexto, de comunicación verbal, aunque en ocasiones, en otros contextos, no lo sería.
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Eso Milord. vuecencia mantenga en un estado óptimo el procesador y no le fuerce, que hace un calor de mil demonios, o de mil elfos apretados en un vagón de metro y no se extienda en el relato. ¡AGARRADO! Hale un saludillo, no pago más por éste fragmento mínimo.
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Mil elfos japoneses en hora punta entonces 😀 😀 😀 😀
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¿En aquel tiempo había muñecas de trapo y hornos? Jajajaja, muy machista el elfo, buen relato Lord, aunque sigue sin gustarme Ellin, ajaja.
Abrazo.
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En efecto, con esa intención lo hice… aunque tenga una mujer como guardaespaldas 🙂
Venga, venga, que ya verás como hace las paces con Morgana. O no 😛
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