DOS MENTES, UN CUERPO

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Miembro de la Gran Raza de Yith, por Juanico el Muertes (vía http://es.especiesaliens.wikia.com/)

El capitán van Rijck decidió no utilizar uno de los caballos que el concejo de Gante ponía a disposición de los miembros de la milicia. No era mucha la distancia que le separaba con la cabaña en la que, según varias denuncias de las buenas gentes del lugar, vivía un hombre acusado de realizar prácticas heréticas, por decirlo de manera suave. Van Rijck estaba convencido de que se trataba de una cuestión de riñas vecinales, de discusiones por las lindes o de simple enemistad, pero era un tipo concienzudo: tras haber estudiado los papeles que el capitán de la guardia le dio, decidió entrevistar en persona al tal Jaans Popta, para hacerse una idea cabal de quien era y si las denuncias tenían una base o, por el contrario, debían desecharse sin más.

La vivienda, un chamizo de adobe con unos cuantos leños medio podridos por tejado que lo más probable era que no cobijaran de la lluvia, estaba apartada de las demás casas —que tampoco eran un dechado de buen hacer arquitectónico—, con vegetación rodeándola salvaje, como si el propietario no se hubiese molestado jamás en desbrozar el terreno adyacente.

Chascando los labios con desagrado, golpeó con los nudillos en el panel de madera basta que hacía las veces de puerta. Una voz cascada, como la de alguien cuya garganta ha sido quemada por años y años de ingerir grandes cantidades de ginebra, respondió desde el interior:

—¿Qué pasa? ¿Quién es y qué quiere?

—Señor Popta —respondió él—, soy Hugh van Rijck, de la guardia de Gante. —En cuanto lo dijo, empujó la puerta y entró al interior lóbrego y caluroso de la casa, conformada por una única estancia maloliente y desordenada en la que la basura se amontonaba en el suelo, sin muebles salvo por una mesa de madera rojiza en cuya superficie había una gran cantidad de libros y papeles, lo que resultaba en extremo curioso comparándolo con el resto de lo que había a la vista. Van Rijck arrugó la nariz ante el pestazo y dijo—: Quiero hacerle unas preguntas.

Popta se levantó del suelo y un tufo a excrementos producido por el movimiento llegó hasta el guardia, quien lanzó un suspiro al pensar en la mala suerte que había tenido tocándole esa investigación. Era un hombre pequeño y esquelético, vestido solo con unos calzones que en tiempos quizá fueran blancos pero que estaban teñidos por el orín y las heces del tipo. Su torso presentaba una pelambre hirsuta y pegajosa por lo que parecían cuajarones de sangre y en su cara, casi invisible entre una melena de rizos grasientos y negros que se fundían con una densísima barba, solo se atisbaban unos ojillos verdes que no permanecían fijos en el mismo punto durante más de un segundo, vagando de un lado a otro con la mirada enfebrecida de los locos. Retorciendo una mano que más parecía una garra, Popta dijo:

—¿Y qué quiere de mí?

—Algunos vecinos han manifestado…

—¡Calle! —ordenó el loco y van Rijck, a su pesar, cerró la boca—. Sé lo que esos incultos envidiosos dicen de mí. No me importa. No tiene importancia. No son importantes.

—Bueno, señor Popta… —El guardia intentó tomar de nuevo el mando de la conversación, pero el hombre elevó la voz y, de nuevo, van Rijck calló sin saber muy bien por qué.

—Me viene usted muy bien. Pero que muy bien… Estaba pensando en que tendría que salir en busca de uno de esos mamarrachos…

Popta masculló algo, pero el guardia no lo entendió. Empezaba a sentirse alarmado y puso la mano sobre la empuñadura de la daga que llevaba al cinto. Si el maldito loco se le acercaba, se iba a encontrar con el acero en las tripas.

—¡No tendré que soportarles más! —gritó, sobresaltando a van Rijck—. Voy a dejar este sitio hediondo, este tiempo nauseabundo. Solo necesitaba un poco de energía de sangre para activar la máquina… ¡y ya la tengo! ¡La sangre ha venido a mí! ¡Mi mente volverá con los míos de una maldita vez!

Van Rijck sacudió la cabeza. El pobre diablo estaba fatal de la cabeza pero parecía ágil, así que decidió que, en un momento, abandonaría la casa y volvería con un par de miembros más de la milicia para llevarlo a rastras a la ciudad, donde los frailes se ocuparían de la salud de su alma y su mente.

—Mire esto, soldadito. —Popta se había acercado a la mesa y, tras rebuscar un tanto entre lo que estaba desperdigado en ella, cogió una piedra ovalada, del tamaño de un puño, que desprendía un fulgor rojizo tan deslumbrante como el sol de agosto a mediodía—. Observe…

Van Rijck no pudo desobedecerlo. Posó los ojos sobre la piedra que, de repente, estaba a un palmo escaso de su rostro. Notó un vértigo, un mareo, y sintió que rompía a sudar al tiempo que sentía un frío gélido en todos los poros de su cuerpo. Una imagen se formó en el interior de la piedra, la de unas criaturas que se desplazaban por una ciudad de arquitectura imposible, de cuerpos pardos que recordaban a un cono del que surgían unos brazos acabados en pinzas chasqueantes como las de los cangrejos y un esbelto, largo y flexible cuello coronado por una protuberancia que debía ser la cabeza, en la que un gran ojo de amarillo brillante parecía traspasar la infinitud del tiempo y el espacio para clavarse en el mismísimo van Rijck…

El guardia notó un pinchazo en el pecho. Bajó la vista poco a poco hacia la mancha de sangre que se extendía desde la herida que, con su propio puñal, Popta le había provocado, atravesándole el corazón. En su último instante en este mundo, Hugh van Rijck sintió el frío contacto de la piedra roja contra su pecho, que empezó a absorber su sangre, mientras Popta decía, triunfante:

—¡Vuelvo con vosotros, amigos míos, mi familia! ¡Ya vuelvo!

Dos mentes, un cuerpo


22 respuestas a “

  1. Súper bueno!
    He podido imaginar a la perfección cada detalle de la chabola, casi que me ha llegado el olor…
    Lo mismo digo del tipejo, descripción perfecta y su locura también gracias a los diálogos construidos a la perfección.
    Ninguna pega, Lord!

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    1. Solo puedo decir entonces: ¡Muchísimas gracias! Espero que la disfrutes y que, cualquier cosa (sobre todo lo que no te parezca correcto), me la digas. Como hemos hablado, es la única forma de progresar escribiendo 😉
      ¡Un saludo!

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  2. Las descripciones son perfectas hasta que me da algo de pena que es un género tan corto, estaría buena novela con tal intriga. Otra cosa que me interesa, es lo de imagen. Primero la ves y luego escribes, o todo lo contrario, primero escribes y luego encuentras una imagen correspondiente, o ¿cómo?

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    1. Gracias, Yulia. Bueno, son pequeñas pildoritas de terror lovecraftiano que me resultan entretetinas y se consumen en un ratito 🙂
      Veamos. A la hora de escribir un relato de este «Ciclo de Cthulhu», pienso en dos cosas: en primer lugar, el monstruo lovecraftiano que voy a utilizar. Luego, el contexto histórico y espacial en el que lo voy a utilizar. Así, desarrollo la escena en torno a esos dos elementos.
      Por tanto, la imagen viene a añadirse a la entrada después de haberlo escrito, buscando en Internet la que más me gusta del «bicho» en cuestión. Esa imagen, al estar basada en el bestiario de Lovecraft, se corresponde con la imagen mental que los que hemos leído al escritor de Providence tenemos sobre sus monstruos 🙂

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