El romance del falso caballero: Capítulo 7 (IV)

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3

Capítulo 4

Capítulo 5

Capítulo 6

Capítulo 7: (I) (II) (III)

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Obligándose a no pensar en el pobre Firdánir, segura de que luego la tristeza por su muerte la golpearía con toda intensidad, Elin guio a los dos caballeros magullados y renqueantes hacia el punto que conectaba el pantano de Genindas, en su mundo, con el páramo desolado por el que escapaban de las hordas de Calau’dar’Onieril. Una y otra vez lanzaba gritos, apremiándolos para que no perdieran la esperanza en la cercana salvación, y echaba miradas de vez en cuando hacia atrás, esperando ver, en cualquier momento, a sus perseguidores.

Aunque ya no contaban con la ventaja de la bestia alada, los elfos no estaban, como ellos, heridos, así que en breves asomarían en lo alto del risco y suprimirían la distancia que habían ganado. Cuando eso ocurriera, Elin no se hacía ninguna ilusión sobre lo que vendría a continuación…

El jirón entre mundos, una fluctuación en el aire cargado de calor mortecino, apareció frente a ellos al tiempo que los aullidos de los sabuesos se oyeron a su espalda. Por fin habían subido por el túnel y el camino pegado al acantilado, y se lanzaban en pos de ellos como bestias salvajes, trotando a toda la velocidad que les permitían sus poderosas patas, las fauces abiertas y babeantes deseando desgarrar la carne de las tres presas.

—Solo un poco más, caballeros. —La joven los animaba sin descanso pese a encontrarse extenuada—. ¡Queda poco, Perceval! ¡Aguantad, Bello Desconocido!

Los dos caballeros trastabillaban y tropezaban, con los ojos semicerrados por el cansancio, y Elin comprendió que no iban a llegar a Bretaña antes de ponerse fuera del alcance de las bestias. Arrugando la nariz y mostrando los dientes, desenvainó la espada y se dio la vuelta, mascullando con fiereza:

—Seguid, amigos. Los retrasaré para que podáis huir.

Entonces, para regocijo de los tres, sintieron una brisa fresca procedente del portal y, al mirarlo, vieron que ondulaba y se retorcía, permitiendo el acceso de caballeros pertrechados para la batalla, a cuya cabeza, sonriente y pletórico, cabalgando una hermosa yegua blanca, se encontraba el hechicero de Camelot.

—¡Merlín! —gritaron los tres al unísono y este hizo un gesto, con lo que sir Gawain, a su derecha, soltó las riendas de los cuatro caballos que guiaba, los cuales trotaron hasta Elin y sus compañeros. Los tres subieron con esfuerzo al lomo de los animales al tiempo que las flechas silbaban para clavarse, más allá de ellos, en los cuerpos de las bestias, que cayeron alfileteados entre gañidos de dolor y agonía. Varios caballeros de Camelot también se adelantaron, formando una cuña protectora en torno a los tres heridos quienes ordenaron a los caballos replegarse hacia el portal. Hacia la salvación.

Al pasar junto a Merlín, Elin, intrigada, le preguntó:

—¿Cómo habéis sabido…?

Él no respondió. Se limitó a ensanchar su sonrisa y señaló el cuello de Elin. La joven bajó la vista y comprendió a qué se refería. El medallón brillaba con un tenue fulgor rojizo.

—Firdánir… —dijo la joven, sintiendo una honda tristeza entonces—. Ha muerto.

—Que Dios lo acoja, entonces. Fue un buen amigo, y espero que hablarais largo y tendido sobre ti, tu familia y este mundo. —Con un gesto del brazo, abarcó el paisaje. Los cascos de los caballos chacoloteaban sobre el duro suelo pedregoso, pero aun con todo, a Elin le llegó el griterío de los elfos tras ellos, plenos de frustración al ver que se escapaban—. Ahora, volvamos a nuestro mundo. Nada se nos ha perdido aquí.

Elin no pudo estar más de acuerdo.

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13 respuestas a “El romance del falso caballero: Capítulo 7 (IV)

    1. ¡Gracias por tus palabras, Estefanía! Me alegra que te guste mi novela, y cualquier cosa, sobre todo lo que no te convenza, me lo dices 😉
      En cuanto a «El romance del falso caballero», sí, cierto, lo empecé hace bastante tiempo y se está convirtiendo en toda una novela, con lo que, cuando la acabe de publicar, la sacaré en Amazon como tal 😉
      ¡Un saludo!

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