¡VEN, TLALOC!
Alza el cuchillo de obsidiana que sujeta con fuerza entre las manos. Lo eleva por encima de su cabeza para golpear al sacrificio con la mayor fuerza posible y así atravesarle el pecho para reventar el corazón en un movimiento sin mácula, tal y como mandan los dioses.
Se ha desnudado al pie de la pirámide y se ha regocijado al sentir el polvo de ceniza cubriendo su cuerpo, convirtiéndolo en algo más que un mero sacerdote intermediario: ahora es un receptáculo del poder divino de las aguas, una vasija que ha entrado en contacto con el poder del padre que habita en la ciudad sumergida, soñando un sueño de eones.
Siente el poder que da arrebatar una vida cuando la sangre le salpica al brotar del cuerpo, una fuente manante cuyo líquido se derrama por la piedra del altar rectangular formando riachuelos canalizados por pequeñas muescas y hendiduras en la piedra hasta que llegan a una concavidad.
A su espalda, a los pies de la escalinata que lleva a la cima de la construcción, decenas de voces rugen con aprobación, respondiendo a un trueno que se ha oído a lo lejos. Tlaloc se ha sentido satisfecho con el sacrificio. Tlaloc ha hablado.
Ahora, las nubes se arremolinarán sobre las cabezas de todos ellos y sentirán con regocijo las gotas de lluvia cayendo sobre sus rostros y la seca, cuarteada tierra, proporcionando la fuerza que precisan las semillas para germinar y satisfacer los vacíos estómagos.
El oficiante del rito se vuelve mostrando los dientes y aullando con ferocidad, poseído por el embriagante poder. Lo vio la noche anterior, en sueños. A Tlaloc.
El dios llegó a él y le habló. Le demandó una cosecha de sangre a cambio del agua que precisaban, en recuerdo del pacto que hacía muchas generaciones se había suscrito con él. Le dijo que lo habían olvidado, y que los desastres que se habían abatido sobre ellos eran causados por su infidelidad.
El remedio era tan simple como retomar las vías antiguas, las vías de la sangre y la muerte dedicadas a Tlaloc.
No fue difícil convencerlos. Aquellos que no habían huido del hambre, las enfermedades y la deforestación quedaron hechizados de inmediato por sus palabras y juraron servir de nuevo al gran Tlaloc.
Un nuevo trueno y la visión de negros nubarrones arremolinándose en el cielo que colgaba sobre el mar en la distancia les hace ver que no se equivocaron al depositar su confianza.
Entonces, la tierra tiembla y todos tienen que esforzarse por no caer cuan largos son. Cerca de la pirámide, el suelo comienza a agrietarse y una fisura de gran tamaño aparece, desnudando las interioridades del mundo.
Sin embargo, no hay nadie asustado. Saben que es obra de Tlaloc, así que no hay nada que temer. Alguno incluso se asoma al borde, riendo de modo frenético al ver que hay unas escaleras talladas en la roca, y que se oye una música de flautas —extraña, ultraterrena— procedente desde lo más hondo. Un hedor a salitre, a algas en descomposición, a pescados putrescentes, sube hasta ellos, pero no les provoca repulsión.
Es el olor de Tlaloc.
Y este es el pasaje que ha abierto para ellos.
El pasaje que lleva a su reino, en el que vivirán junto a él por siempre felices, por siempre dichosos. No habrá lluvia que les haga permanecer en ese sitio moribundo. Saben que Tlaloc quiere que estén con él. No, no habrá lluvia.
Habrá un éxodo.
Jolines qué mal rollo con el Tlaloc este… El pobre sacrificado pa’ na, total para irse bajo tierra…
PS: Párrafo 11 aparece «tierra» en muy poco espacio.😉
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Para nada, para nada… tú date cuenta de que se van con su dios, así que contentos y felices aunque no era lo que creían.
Cierto lo de tierra. Al principio lo había puesto tres veces, pero cambié una por «suelo» sin darme cuenta de la otra. Pongo «por no caer cuan largos son» 🙂
PS: Tlaloc, dios mesoamericano de la lluvia y el agua, en la mitología lovecraftiana, se identifica con Cthulhu. De nada 🙂
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Jaaaajjjjj gracias! 😉
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Brutal.
M he sentido trasladado al momento del sacrificio y luego he comulgado con la turba en el momento de euforia, primero al aparecer las nubes y luego con la invitación del chopito gigante.
Estupendo relato.
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Chopito 😀 😀 😀 😀
No había yo oído nunca tal apodo para el Gran Cthulhu, pero, mira, no le sienta nada mal. Espero que no se lo tome a mal y lance una criatura tentaculada contra tu humilde persona. Que estos primigenios son muy rencorosos…
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¡Lo confieso! No es del todo original, se lo leí a alguien en ¿ociozero?, no lo recuerdo bien. En cualquier caso, unas buenas raciones de sepia sí que tiene… :D:D:D =D
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Y lo mejor de todo… ¡es que se recompone! Tú fíjate que le tira un bombazo nuclear (no recuerdo dónde lo leí, si fue en una novela o en el juego de Chaosium) y vuelve un ratico después… ¡Raciones para todos! (aunque la conversión del DNA en híbrido de profundo está asegurada. Mmmmm… no es mal plan de dominación mundial a través de la gula)
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Mira, una idea sí que me has dado… a desarrollarla que voy…
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😀 😀 😀 😀 😀
Ya me la imagino…
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Hale
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Todavía no leí nada de Lovecraft, pero leyéndote (y conociendo tu estilo poco a poco) intuí que este Tlaloc es una versión de Cthulhu (y uno de tus comentarios me lo confirmó). La imagen muy imponente. 🙂
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Bien intuido, sí señora 😉
El panteón de dioses mesoamericanos incluye varios que se identifican con Primigenios y Dioses Exteriores de Lovecraft. Aquí, me tomo la libertad de «explicar» la desaparición del pueblo maya (por supuesto, no creo en este tipo de explicaciones, sino que suscribo las tesis de gente como Jared Diamond, sobre un colapso de la civilización por varias causas, siendo una de las principales el desastre ecológico y la insostenibilidad, cosas que menciono en el texto de pasada)
¡Un abrazo!
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Muy buena «explicación», aunque tampoco creo en eso. 🙂 Por lo menos la fantasía tiene todos los derechos para explicar las cosas así. ¡Un abrazo!
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Mejor tarde que nunca. Ahora vuelto de las vacaciones me tengo que poner al día.
Gran relato, como siempre. Por un momento me ha parecido estar presenciando todo.
Se juntaran con su Dios, pero cómo? No me da muy buena espina como acabarán los que bajen por ahí.
Una vez más, gracias por tus letras
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Los cultistas de los monstruos lovecraftianos no suelen tener unos fines muy envidiables, no… ¡Gracias a ti por comentar! 🙂
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