El romance del falso caballero: Capítulo 8 (VI)

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3

Capítulo 4

Capítulo 5

Capítulo 6

Capítulo 7

Capítulo 8: (I) (II) (III) (IV) (V)

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Frescos romanos en Pompeya.

Entraron en la solitaria morada y recorrieron sus estancias maravillándose de los frescos que aún se adivinaban pintados en las paredes: allá donde la hiedra no había logrado hacerse dueña y señora, vieron amables escenas de danza y diversión realizadas con vivos colores. El rojo predominaba dando un aspecto vivo y festivo a las pinturas, pero en vez de sentir alegría, Elin descubrió que la tristeza se apoderaba de ella al pensar en quienes un día vivieron en la villa. Su abuela, a quien nunca conoció, había habitado entre esas paredes tras escapar de las garras del rey de los elfos, y la joven se preguntó si tuvo una vida tan dichosa como reflejaban los frescos o si, por el contrario, añoraba el mundo que había dejado atrás.

—¿En qué pensáis? —le preguntó Niall al verla parada frente a una de las paredes decoradas con expresión meditabunda.

—En nada… no, no es cierto —rectificó Elin—. En mi abuela.

—¿Qué recuerdos guardáis de ella?

—Ninguno. No la conocí —respondió ella un tanto tajante. Se giró hacia él e hizo un amago de sonrisa antes de decir—: Lo poco que sé de ella, lo he sabido en los últimos tiempos.

Niall iba a decir algo, pero Perceval silbó para llamar la atención de los presentes y señaló una trampilla en el suelo que había descubierto tras despejar la maleza que cubría la portezuela de madera. Era un rectángulo lo bastante ancho como para que cupiese una persona por él, y el caballero dijo:

—Un acceso al sótano, sin duda. ¿Bajamos?

—Bajamos —respondió Elin acercándose mientras Perceval tiraba de un agujero que permitía levantar la madera.

—Otro viaje subterráneo —bromeó Elin recuperando su habitual alegría juvenil. Perceval se encogió de hombros y miró hacia abajo. La luz que se filtraba desde el exterior era límpida y potente, por lo que las sombras del hueco quedaban diluidas permitiendo ver que una vieja escalera de madera se apoyaba contra la tierra excavada para poder acceder al sótano, del que surgía una atmósfera húmeda y fresca.

Fue Elin la que primero descendió, sin permitir en absoluto que otro la adelantara y, tras prender una tea que improvisaron con una rama, echó un vistazo en rededor viendo…

Nada.

Lo que había creído sería una estancia subterránea, quizá una bodega, era en realidad poco más que un cuadrado de tres pasos de lado, un zulo excavado directamente en el suelo y con la tierra apuntalada por unos pocos maderos que evitaban que se derrumbara. Elin especuló que podía tratarse de un escondite en el que deslizarse para poder escapar de quien llegara a la villa con aviesas intenciones, pero el curso de sus pensamientos se vio interrumpido por la pregunta de Niall:

—¿Qué veis, dama Elin?

Por toda respuesta, volvió a subir la escalera y, con gesto adusto, respondió que no había nada de interés. Lo que fuera que tenían que buscar —la joven recordaba a la perfección que el medallón, según le dijo Firdánir, era la llave, por lo que imaginaba que sería un cofre, una puerta, algo con cerradura— no estaba escondido bajo el suelo. Se dejó caer y comenzó a cavilar cuál podría ser la respuesta al misterio; sus ojos se fijaron en la pintura que había frente a ella y dio un respingo, entendiéndolo.

Señaló a la pared y, con voz emocionada, dijo:

—¡Los frescos! ¡Los frescos son la clave!

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21 respuestas a “El romance del falso caballero: Capítulo 8 (VI)

  1. Bien Milord, ¿Acabas de describir la frequera para conservar la comida o esa bodega tendrá justificación en la historia? ¿Nos dejas con la duda y al mismo tiempo alabas los frescos y desprecias la salazón? O será que padeces desnutrición a causa de la calor, porque largo el capítulo no ha sido, no. Un abrazo.

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    1. Bueno, quizá la explicación de un «escondite» sea la verídica. A lo mejor lo he hecho como una metabroma a la que hago referencia con lo de «otra vez bajo tierra»…
      Y bueno, date cuenta que la longitud de estos fragmentos va siempre más o menos por las 500 palabras… 🙂 🙂 🙂 🙂

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