Capítulo 8: (I) (II) (III) (IV) (V) (VI) (VII) (VIII) (IX) (X)

El Bello se puso en cabeza aduciendo que era el mejor rastreador de todos ellos, y Elin le dejó hacer con un asentimiento de cabeza. Según les dijo, confiaba en encontrar huellas en la tierra que rodeaba la villa abandonada, para así, cuando menos, saber qué dirección había tomado el rastrero Niall.
—¿Y si busca engañarnos cambiando de dirección más adelante? —preguntó Perceval. El Bello no tuvo respuesta y se encogió de hombros observando con atención el suelo. No obstante, dijo—: Al menos, no se le ha ocurrido espantar a nuestros caballos.
En efecto, las monturas, salvo la utilizada por Niall, se encontraban cerca del lugar donde las habían dejado, en una zona cercana a la villa donde había unas hierbas que pastar. Cogiéndolas por las riendas, dejaron que el Bello buscara rastros en silencio.
—Aquí veo huellas de cascos —dijo tras un rato con el ceño fruncido—. Parece haber ido en esa dirección. —Señaló al este de forma un tanto desmañada—. Al principio, cabalgó despacio, pero luego la distancia entre las pisadas del animal se alargan.
—Lo hizo correr —sentenció Elin y el Bello asintió. Dijo luego—: Quiere sacarnos la mayor ventaja posible.
—Lo normal en estos casos —respondió Perceval refunfuñando. No se aguantaba más las ganas de echar en cara la mala idea que había sido dejar a Niall que los acompañara—. Sabía que no debíamos aceptarle en el…
—¿En el grupo? —Elin lo preguntó volviéndose hacia él con un brillo furibundo en los ojos—. Caballero, sé que ha sido un error por mi parte. Lo reconozco. Me duele la equivocación, y no solo por el golpe que ese traidor me ha propinado, pero lo hecho, hecho está. Será mejor que guardemos las recriminaciones para más adelante y pongamos todas nuestras energías en darle alcance.
Perceval no pudo dejar de replicar y, elevando la voz, dijo.
—Dama Elin, en muchas ocasiones nos hemos visto envueltos en peligros por vuestro mal juicio. Una cosa es arriesgar la vida por el honor, por Camelot y el rey, y otra es hacerlo por… por…
—¿Por el qué, a ver? ¡Decidlo! —Con los brazos en jarras, Elin lo retó.
—¡Por una mocosa malcriada y sin talento! —estalló él por fin, la cara enrojecida por el enfado.
El Bello Desconocido los miró y lanzó un suspiro de hartazgo, mas decidió no entrometerse y seguir buscando las huellas de Niall, avanzando unos cuantos pasos por delante de ellos, que optaron por seguir discutiendo dando rienda suelta a la frustración que sentían:
—¿¡Así que eso soy para vos!? ¿¡Una chiquilla tonta!?
—¡Como tal os comportáis! —replicó Perceval.
—¡No decíais eso cuando os derroté! —gritó ella.
Perceval no se dejó achantar:
—¡Ganasteis gracias a esa… hechicería! ¡Reconoced que no fue en buena lid!
—¿Que yo…? —Elin, furiosa, le propinó una sonora bofetada. La palmada acalló la discusión y Perceval se frotó la mejilla, que ya empezaba a mostrar un tono carmesí.
El caballero apretó los labios hasta convertirlos en una fina línea y, entre dientes, dijo:
—Muy bien, dama Elin. —La joven temblaba, pero sus ojos echaban chispas—. Os he acompañado hasta la villa siguiendo las órdenes de mi señor Arturo. Pero, a partir de ahora, deshacer el entuerto en que vos misma os habéis metido es cosa vuestra.
»Que Dios os guarde y guíe.
Envarado y con paso seguro, se colocó en el flanco de su caballo y saltó ágil a la grupa de este, haciéndolo lanzarse a un galope frenético. Cuando pasó al lado del Bello Desconocido, solo le dedicó un breve ademán con la mano como despedida, y este volvió a suspirar al ver que su reducido grupo había quedado todavía más mermado.
Bueno, bueno, bueno. Bronca de casi enamorados, y el Bello aguantando el chapetón. La ventaja es que Perceval puede arrepentirse y volver en el momento de más apuro. Es de esas cosas que están deseando que pasen.
En cuanto a lo de Niall, y en vista de los complejos personajes que hilas, lo mismo es un bueno un poco malo, que un malo un poco bueno que un malo malísimo. «Intrigadico» me dejas.
Por cierto, que si la torta hubiese sido al revés, considerando igual el estatus de los caballeros, polémica habríamos al canto.
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Mejor no voy a comentar nada de tus hipótesis, que podemos hacer spoiler y tal. Así que no hablo de broncas de «amol», de la huida de Perceval, ni de las razones de Niall 🙂
Y, bueno… darle una torta a Elin… a ver, que Perceval es todo un Perceval, muy comedido y tal. Elin, sin embargo, es más «echá pa’lante» 😀
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«Mira que eres malo, pero ¿cómo se te ocurre dejar a los pobres caballos atados toda la noche a un árbol? Ya sé que el episodio pertenece al género fantástico y que en este se conceden muchas licencias, pero es que, si de día cabalgan y de noche se les ata, me cuesta creer que los amantes de este género no se hagan preguntas iguales o parecidas a esta que pongo como ejemplo: ¿De que viven los pobres corceles, de ilusiones o del aire que respiran?».
Saludos
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Pues también tienes razón. Un fallo así como garrafal (maldita imagen de película del oeste que me vino a la cabeza al escribir 😀 ) que voy a solventar diciendo algó así como que a Niall no se le ocurrió espantar a los caballos para que se desperdigaran…
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Así queda mejor.
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Mmmm, maltrato femenino? Jajajajaj, encima con lo poco que me gusta el personaje, ea.
Por una vez estoy de acuerdo por mucha fantasía que le eches, los caballos comer, comen, ajajajajajajaja
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Mujer, que la bofetada se la da ella a él y él se pira todo orgulloso 🙂
Y es cierto, se me fue la olla, así que lo he arreglado dejándolos sueltos por la noche en una zona con hierbas y tal, diciendo que Niall no los espantó, por lo que siguen ahí 😉
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Jajajajajajajaja, esos caballos…
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Arreglado! 😀
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