Traslación catódica

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Ayer, sin saber cómo ni por qué, me encontré en un sitio en el que no debería estar. Es decir: estaba en mi casa, preparando la cena, cuando, de repente, todo cambió a mi alrededor. Los familiares azulejos de la cocina ya no me rodeaban, y sentí un viento gélido que me hizo estremecer. Menos mal que no había decidido ponerme el pijama y seguía con ropa de calle, o me habría congelado. Sí, sé que no está bien pensado lo de cocinar sin delantal, por eso de las manchas, pero…

A lo que iba. Pestañeé, incapaz de creer lo que veía. Había casas bajas, muchas de ellas de madera, que flanqueaban una larga calle de asfalto en no muy buen estado de conservación, y los escasos coches aparcados eran, en su mayoría, furgonetas herrumbrosas cargadas de troncos talados, modelos viejos de la Ford y General Motors adecuados para un paisaje rural. Más allá del pueblo, aprecié una naturaleza salvaje, virgen, un tapiz de verdes coníferas que cubrían todo el espacio hasta un horizonte que ascendía en forma de cumbres nevadas.

—¡Bienvenido a Cicely!

Otro escalofrío. Esa vez, porque había reconocido la voz y… el nombre del pueblo. Me giré y, en efecto, un joven indio vestido con cazadora de cuero, de esas llenas de cremalleras, me saludaba agitando la mano con una agradable expresión juvenil en el rostro.

Abrí la boca, pero fui incapaz de decir nada al bueno de Ed, que se alejaba a grandes zancadas, quizá pensando en la nueva película de Allen.

Sonreí. Era un sueño. Muy vívido, pero un sueño.

Así que comencé a andar fijándome en el ventanal y asintiendo cuando leí en él, pintado con letras blancas, «Dr. Joel Fleischman», con la “l” de “Joel” más pequeña que el resto. Ahí, el médico estaría, imaginé, revisando al niño de Shelley —o, si aún no había dado a luz, a la futura madre—, boquiabierto ante alguna extraña enfermedad de uno de los lugareños, o gritando frustrado ante la siempre hierática Marilyn.

Quizá, pensé con un punto de maldad, estuviera discutiendo con Maggie, sazonando su tensión sexual no resuelta.

El móvil vibró en mi pantalón y me fijé en que me indicaba que había una estación de radio nueva que podía captar en el lugar.

Cris de la mañana habló con su voz alegre y despreocupada:

—Nada mejor que escuchar unos versos de Yates para esta hora, en este mes, en este lugar. Queridos amigos, mientras suena de fondo la melodía de la Goldkette Orchestra, os animo a que escuchéis y reflexionéis sobre estas líneas.

El bar de Holly estaba frente a mí, y me pregunté qué tendrían para comer. No es que sea un bar con una carta variada, así que imaginé que, si quería algo, tendría que ser hamburguesa de caribú.

No me llamaba mucho, la verdad.

No llegué a abrir la puerta: Un petardeo hizo que me volviera. Ahí estaba. Confiaba en no verlo. Esperaba que el sueño transcurriera de forma amable y suave…, pero no. Todo cuento tiene su villano, y el de este acababa de hacer su aparición. La cabeza, como un bolo con pelo engominado oculto bajo la gorra de la NASA, el cuello inexistente bajo el que hay un cuerpo de barril que no se molesta en disimular con una ropa que le sienta fatal —aunque, todo sea dicho, la moda tan ochentera que los ciudadanos de Cicely usan es…—, el Cadillac dorado que parece un tranvía de tan grande. Todo en él me produce bastante repulsión. He visto muchos malos a lo largo de mi vida, pero este… A este no lo soporto. Cacique, xenófobo, autoritario, ridículo, absurdo. No sigo, que me enciendo.

Y el tipo va y me sonríe con un ademán de la cabeza.

Pues no, mira.

Mi sueño, mis reglas.

Levanté el puño con cara de mala baba y mostré el dedo corazón.

Minnifield, sin embargo, no deja de sonreír.

Suspiro resignado: No voy a tener gresca.

Así que me limité a seguir en el sueño, para ver qué más tiene que ofrecerme.

Desde entonces, aquí estoy. Perdido en Alaska, expuesto al norte.


23 respuestas a “Traslación catódica

    1. Correcto lo del «me», lo cambio a «hizo que me volviera». Lo de Cris de la mañana… tengo que cambiarlo, pero no por las comas: es el nombre del programa de radio que el bueno de Cris emite, así que lo tengo que poner en cursiva. ¡Gracias por los aportes! 🙂

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  1. Me encantaaaaa!! Qué recuerdos!!! Yo miraba la serie que echaban en tv2 a altas horas de la madrugada, cuando me tocaba estarya en la cama, pero yo me levantaba a escondidas para ponerme Doctor en Alaska jajajaja pero tshhh no se lo digas a mis padres, que esto hace mucho, mucho tiempo!!! jajajajaja
    Me ha gustado. Un abrazo, Lord. 🙂

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    1. Te soy sincero: Yo no la vi en su día, cuando la emitieron en TV2. Mi señora esposa, novia entonces, sí que no se perdía un capítulo, pero yo me hacía el remolón y prefería pasarme horas nocturnas jugando al ordenador. Con el tiempo, la vi enterita, todas las temporadas, y esta semana pasada nos pusimos la primera otra vez, que es cortita y apetecía mientras esperábamos a que estrenaras «Stranger things 2» 😀

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    1. Cierto: Hubo un tiempo (ahora, con las plataformas y tal es otro mundo, con sus crónicas y tal 😉 ) en el que las series «raritas» y, por tanto, que destacaban, era condición sine qua non que las pusieran a horas infumbales.
      Aunque repito lo que he dicho a la compañera Lídia: yo no la vi cuando la emitieron, sino más tarde, una temporada tras otra, descargada 🙂

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      1. Nah, aún estamos a tiempo de ver más «revoluciones» en el ámbito televisivo en nuestra vida, así que a lo mejor en dos décadas ni nos acordamos de los mamotretos de culo ancho que había en el salón 😀

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      2. Hombre, si es por elegir, nos quedamos con que estas plataformas existiesen hace cuatro décadas y que en veinte años existan otros avances al respecto, para entonces poder decir «esto tenía que haberse inventado hace sesenta años».

        Aunque haber tenido la oportunidad de ver un partido de Óliver y Benji que comenzase y acabase el mismo día tras horas delante de la pantalla nunca habría sido lo mismo…

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      3. Pues hay que reconocer que es un deseo bastante acertado. Aunque, claro, la típica tendencia al inconformismo de la humanidad volvería a decir lo mismo en el caso de que esos avances se hubieran producido 20 años atrás. Y así, estaríamos ad nauseam diciendo en la Inglaterra de la plena Revolución Industrial: ¡Ains! ¡Ojalá hubieran inventado ya los codificadores neuroópticos! 😀 😀 😀

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    1. «Delicicely», qué grande 😀 😀 😀
      Muy buena, cierto. Surrealismo para todos los públicos, podría decirse. Sin llegar a las condiciones de frenopático que «Twin Peaks» alcanzó sobre todo en su desenlace, y con un reparto de personajes imperdible 🙂

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    1. Pues te animo a que le des una oportunidad, la verdad. Un capítulo, el mismo piloto, da una idea de por dónde van los tiros: surrealismo «light», personajes dibujados que se salen de la norma (aunque con papeles arquetípicos, lo cual es curioso de ver), tramas graciosas e incluso hilarantes a veces…

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    1. Me alegro, como siempre, de que te guste. Es lo que tiene volver a ver la primera temporada (y ver esa moda de principios de los noventa, que era un epílogo de los ochenta, con hombreras, mechas en el pelo, americanas enormes… ¡Brrrr! :D) y sentir nostalgia. De ahí a dedicar un relato a la serie no media nada 😉

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