La dama de la furgoneta

La película adapta la obra del escritor Alan Bennet que, como se nos indica al principio, está «basada en su mayoría en hechos reales». Primero, he de reconocer que no he leído la novela, así que malamante puedo comparar ambas. He venido a hablar de la película, parafraseando a Umbral. Y la película me resultó tierna, pero con esa extraña ternura que tienen las producciones inglesas, llenas de sarcasmo, acidez, melancolía y flematismo.

Lo que nos cuenta es simple, muy simple. Se puede resumir, sin perder el sentido de la película, en que una mujer anciana y desequilibrada se instala, con su furgoneta, en el patio del escritor. Ambos se relacionan y ella (spoiler, aunque está cantado desde el principio) muere. Se acabó.

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Cartel de la película

Lo que destaca de la película no es lo que cuenta, sino cómo lo cuenta y los diálogos que reflejan unas situaciones absurdas a veces, curiosas otras. Un detalle que la hace particularmente interesante es el desdoblamiento del escritor. Menos mal que se dice al espectador que un escritor es dos personas, quien escribe y quien vive, porque si no, te puedes pensar que son gemelos y la lías 😀 No, en serio, es un detalle que me gustó mucho, sobre todo cuando, si eres alguien que también escribe aunque sea a un nivel aficionado, comprendes perfectamente lo que dice (1)

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Bennet personaje y Bennet real

La factura británica es claramente reconocible en algunos aspectos: las casas tan inglesas (2), las gentes tan inglesas, el barrio tan inglés… casi dan ganas de tomarte un té con pastas mientras la ves. De todos modos, estando la BBC detrás, no puede decepcionar. Pocas cosas he visto yo de la cadena británica que me hayan parecido malas.

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¡Paso que voy!

Maggie Smith, y aun a riesgo de caer en el cliché por el cual un actor que interpreta a un personaje desequilibrado es merecedor de un Oscar por lo menos, está enorme. Dan ganas de gritarle, como el escritor, con su comportamiento caótico, huraño y antisocial, pero, al mismo tiempo, te apetece decirle que pase por casa y darle un abrazo. Inmediatamente después, te piensas lo del abrazo, sobre todo por el pestazo que desprende, ricamente descrito por Bennet.

El trabajo de Alex Jennings interpretando al escritor también es mayúsculo. Serio, casi arisco a veces, adopta una forma de interpretar muy rígida que le va muy bien al personaje y al contexto fílmico, provocando un contraste en las escenas en las que se desata (dentro de los parámetros ingleses, claro) muy gracioso.

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¿Que no queda bien?

No es una película para reirse a carcajadas. Es una risa británica, si pudiera darse pasaporte a la risa. No es el surrealismo de los Monty Python (3), o la ligereza slapstick de Benny Hill, sino algo que se ríe de las acciones que unos personajes, muy humanos, cometen con la mayor de las seriedades. Como el acto de pintar la caravana de amarillo mientras Bennet lo describe tieso como un palo provocando unas imágenes francamente graciosas hablando de masa pastelera.

Tampoco se trata de una oda a la caridad, ni una crítica (aunque hay momentos) a la hipocresía de las clases medias en sus barrios residenciales, ni una sátira de los servicios sociales ingleses. Es la curiosa relación entre un escritor y una anciana que vive en su furgoneta. Eso es lo que es.

Horita y media ligera, agradable, y, sobre todo, inglesa.


1: Me recordó la frase que un personaje dice en The affair, sobre los escritores y «todos sus mundos interiores».

2: Y tan de los setenta, que es cuando arranca la película, llegando hasta 1994.

3: La ascensión a los cielos de la anciana y su recibimiento por el propio Dios sí me parece digna de los Monty Python.


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