El romance del falso caballero: capítulo 4 (XI)

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3

Capítulo 4: (I)(II)(III)(IV)(V)(VI)(VII)(VIII)(IX)(X)

Elin sintió algo extraño al comer lo que le había ofrecido el elfo, pues había sabores que no reconocía y que, sin embargo, le resultaban extrañamente familiares. Eso que parecía una simple hoja de lechuga era, cuando se la metió en la boca, como masticar una dulcísima naranja, mientras que esas semillas como pipas de calabaza, de apariencia tan insulsa, recordaban a deliciosas cerezas. Los sabores se le confundían en la boca y sintió que nunca había comido algo tan espléndido, al tiempo que notaba cómo la energía, ya mermada a esas horas del día tras tantos avatares, volvía a su cuerpo.

Al dejar la escudilla vacía, creyó que bien podría enfrentarse a otra manada de sirenas.

–Ha sido… estupendo –le dijo a Firdánir, que le estaba ofreciendo un vaso de agua pura y cristalina. Elin se preguntó de dónde, en medio de ese pantano repugnante, la habría sacado.

–He podido cultivar ciertas plantas de mi tierra, aunque al principio creí que no iban a poder arraigar en este suelo. –El elfo fijó su vista en los troncos lamidos por las llamas y su rostro se ensombreció por un instante–. Es de lo poco que pude salvar.

–¿A qué os referís?

Firdánir miró a Morgana, sumida en un profundo sueño, y se acercó con pasos sigilosos hacia la muchacha, solicitando permiso para sentarse junto a ella en el diván. Elin se acomodó para que ambos cupiesen y el elfo, en voz muy baja, habló:

–No quise decir esto mientras Morgana podía oírnos, pero es hora de que sepas ciertas cosas. Tú y solo tú. No me fío de ella –concluyó, señalando con un movimiento de cabeza a la hechicera.

–¿Por? –Elin se asombró–. Habéis luchado juntos…

–Aliados de conveniencia y por un instante, podría decirse. No, Elin, mi niña. Creo que en su mente hay un plan retorcido que no alcanzo a ver. Cuídate de ella, prométemelo.

Firdánir calló mirándola con gesto casi implorante y Elin, aunque creía que la petición era absurda, asintió moviendo despacio la cabeza. Pareció satisfecho y continuó:

–Es cierto que la magia presente en tu sangre puede ser clave en la tesitura en la que se encuentra vuestro mundo, vuestro Camelot. Desciendes de un largo linaje de estudiosos de la geografía de los reinos… ya sabes que no me refiero a reinos tal y como los humanos los entienden hoy en día. –La joven volvió a asentir, anhelando una explicación que no incluyera frases crípticas y medias verdades–. Tu familia fue una de grandes viajeros, que cartografiaron tantos lugares extraños y maravillosos que su archivo, reunido a lo largo de los siglos, contenía cientos y cientos de mapas.

»Ello, por desgracia, supuso su ruina.

–¿Qué ocurrió? –Elin se removió inquieta, sabiendo que iba a recibir una revelación de gran importancia.

–La magia se agotó en nuestro reino, queridísima niña. La magia funciona de modo similar en todos los lugares: aunque no te puedo decir exactamente cómo, sé que los practicantes de las artes místicas toman el poder presente en su realidad para manejarla a su antojo. Cuando se ha usado más rápidamente que su velocidad de reposición, se agota.

–¿Reposición?

–Sí. La realidad misma se encarga de crear más a medida que se gasta; ya te he dicho que no soy un experto. Eso te lo explicaría mejor Merlín. O Morgana. –Volvió a echar un vistazo a la mujer para cerciorarse de que seguía dormida.

»La cuestión que nos importa es que la magia fue esquilmada en mi tierra por las guerras entre los altos señores de los elfos, por el ansia desmedida de los chamanes trasgos, agotada en absurdas demostraciones de poder de eremitas alocados que buscaban la divinidad… –Firdánir, entristecido por los recuerdos de un mundo perdido, hundió la cara entre las manos–. Mi reino agoniza desde hace años, Elin, y se ha convertido en un erial en el que la muerte y el sufrimiento campan por doquier.

Elin sintió una profunda congoja y colocó con suavidad su mano en el hombro del elfo, que agradeció el contacto con una tenue sonrisa.

–Entonces –dijo la joven–, ¿los que dices que quieren venir a nuestro mundo…? ¿Es para tomar la magia que aquí existe?

–En efecto. No contentos con haber destruido un mundo, quieren agostar otro. Y por ello te persiguen, te buscan, te acosan. Saquearon los dominios de tu familia, con todos los conocimientos en ellos contenidos, y supieron después de tu existencia, a pesar de que tu abuela Ula intentó borrar todo rastro de su huida. Quizá tu afinidad con la magia haya hecho que sus espías hayan alertado al Gran Señor.

–¿El Gran Señor? –preguntó Elin, anticipando que la respuesta no le iba a gustar en absoluto.

–El mayor poder que se elevó sobre las cenizas de mi mundo, Elin. El más poderoso y voraz de cuantos altos mandatarios élficos quedan; sabe de ti y manda sus tropas en pos tuya al ritmo que le es posible.

»Si consigue tenerte, todo estará perdido.

Elin reflexionó sobre la terrible verdad que acababa de escuchar con gesto grave. El destino de un mundo, a lo que se veía, descansaba sobre sus hombros.

–Pero… soy solo una muchacha –dijo haciendo un mohín, incapaz de enfrentarse a tanta responsabilidad–. No puede ser cierto…

–Me temo que sí, Elin. –Firdánir cogió las manos de la joven entre las suyas: era su turno de consolarla–. Siento que el destino te haya elegido para tan gran responsabilidad, pero las cosas son como son. Nos guste o no.

»Has de saber, sin embargo, que estaré a tu lado, como lo estuve al lado de Ula. Podrás contar conmigo, te lo prometo.

Elin, casi a punto de llorar no sabía muy bien si por nervios, temor o agradecimiento tras las palabras de Firdánir, esbozó una sonrisa. Estaba a punto de abrazarse al elfo cuando en la puerta de la cabaña se escucharon unos golpes, llamando.

Morgana se incorporó de inmediato, con los ojos abiertos como platos, habiendo pasado del sueño a la tensión más absoluta. Echó un rápido vistazo a Elin y Firdánir, y sonrió sarcástica al verlos en el mismo diván, pero no dijo nada. Fue el elfo quien preguntó:

–¿Quién va? –Su rostro era de extrañeza.

–¡Abrid, por amor de Dios! ¡Os lo ruego!

Elin estuvo a punto de echarse a reír. Era la inconfundible voz del Bello Desconocido.


29 respuestas a “El romance del falso caballero: capítulo 4 (XI)

  1. Jolin, qué interesante!! Pero pobre Elin, le has colgao el muerto!! Mira que poner sobre sus hombros el peso de la supervivencia de todo su mundo… Anda, no tienes corazón! Ah, pero estoy tranquila porque ella podrá con esto o con lo que sea, ya sean trasgos, orcos o uruk-hai! 😜
    Saluditos, Lord! 😊

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    1. Veamos… Tras leer tu comentario y repasar mi texto, la primera respuesta que me viene a la cabeza es: porque me he equivocado 😀
      Pero dándole vueltas, y vueltas, te confieso que tengo mis dudas acerca de si precisa tilde o no. Teóricamente, si tiene una connotación exclamativa o interrogativa, se tilda; por ello, me inclino a pensar que llevaría al poder ser convertida la frase en un «¿Cómo vuelve la energía a su cuerpo?». Pero te soy sincero: no estoy seguro, así que se admiten sugerencias de todo el mundo mundial sobre este particular brete.
      Un saludo.

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      1. En efecto, esa es mi primera opción cuando tengo dudas gramaticales, ortográficas y demás… Pero mirándolo y remirándolo, sigo sin poder decidirme al cien por cien por «con tilde» o «sin tilde»…
        Por ejemplo, un «truquillo» es leer los adverbios en voz alta y ver si, con la propia entonación, hay un acento prosódico (que se marca al decirlo), y en este caso sí que parece existir… De verdad, estoy muy dubitativo 😀

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  2. Bien Milord parece que ha salvado a base de imaginación la reputación de esa cocina, espero que haya sido al menos a base de sabores naturales y no haya entrado en el menú ni una gota de edulcorante. Me preocupa profundamente el asunto de la reposición energética natural de la magia. Y que pongas sobre los hombros de la grácil damisela casi toda la responsabilidad. Morgana se haya echado una siesta, que buena falta le hacia y que al final retornen los aventureros con más hambre que un perro chico y además el rabo entre las piernas. Un abrazo.

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    1. Es que Firdánir es un chef muy apañado. Cogió lo que pudo antes de huir y lo cosechó con el sudor de su frente, resultando en exquisiteces propias de la Michelín 😀
      Y Elin… ¿no quería aventuras? Pues venga. A aventurarse.
      ¡Un saludo!

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  3. ¡Vaya marrón que le ha caído a la virginal y grácil, pero no por ello ñoña, Elin! Ahora, que también te digo una cosa: ¿No quería lentejas? Pues toma dos platos.
    ¡Ay, mi Morgui!… qué mala fama, ahora eso de hecerse la dormida, qué mala pécora, cada vez me gusta más. ¿Qué habrá de malo en sacar algo de beneficio en estos tiempos revueltos, si además se ayuda a salvar varios mundos?
    Por fin apareció el vil bellaco… mucho tardaba. Que como dijo Don Pedro Muñoz Seca en su magnífica «Venganza de don Mendo», …no ha de faltar un noble que robe más de la cuenta….
    ¿Y los «mapas»? Con que familia de exploradores… eso sí le pega. Pero esos mapas han de aparecer.
    Bueno, pegadito me quedo a la pantalla a la espera de que el Bello nos cuente sus aventuras y desventuras.

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    1. Por alusiones 😀
      En efecto, coincido contigo, que el resto de compañeras/os me han dicho que soy muy duro con «la pobre Elin». Ser heroína no es cosa baladí, así que, ¡hala! ¡Arreando!
      Sobre Morgana no voy a decir más, pero, de nuevo, no vas desencaminado con lo que tengo previsto para ella.
      De familia de exploradores, que queda un tanto más original que la «heroína destinada por su rancio abolengo», creo yo. ¿Quieres que aparezcan los mapas? Pues venga, los haremos aparecer 😀
      Y ya están aquí, por petición popular, los dos enlatados. A ver qué les ha pasado mientras tanto.
      ¡Un abrazo!

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